Ocho cambios críticos que están moldeando el futuro del planeta y la salud humana
Elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en colaboración con el Consejo Internacional de Ciencia (ISC), el informe tiene como misión empoderar a la comunidad global, incluidos los Estados miembros de las Naciones Unidas y los individuos, para identificar y responder a cuestiones críticas con anticipación.
No se trata de predecir el futuro de manera estática, sino de imaginar diversos escenarios futuros y explorar cómo podemos influir positivamente en ellos. Este enfoque fomenta la flexibilidad y la capacidad de adaptación, esenciales para enfrentar los desafíos emergentes de manera eficaz.
En el contexto global actual, nos enfrentamos a lo que se denomina ‘policrisis’: múltiples crisis interconectadas, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, que se amplifican mutuamente. Esta realidad resalta la necesidad de respuestas coordinadas y multifacéticas que aborden las causas profundas de estos problemas. La urgencia de actuar proactivamente es clara, no solo para evitar la exacerbación de estas crisis, sino también para aprovechar las oportunidades que puedan surgir en medio de estos desafíos.
Este enfoque holístico no solo abarca problemas ambientales tradicionales, sino que también considera factores sociales, demográficos, tecnológicos, geopolíticos y de gobernanza que podrían influir en la trayectoria futura de la salud planetaria y el bienestar humano. La colaboración interdisciplinaria y entre diferentes sectores es esencial para desarrollar soluciones integradas que aborden las múltiples dimensiones de estos problemas.
Además, el informe enfatiza la importancia de la equidad intergeneracional, asegurando que las acciones de hoy no comprometan la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.
18 señales atestiguan la transición a unos nuevos tiempos
El informe del Pnuma destaca ocho cambios críticos que están moldeando el futuro del planeta y la salud humana y que son esenciales para comprender las dinámicas emergentes y prepararse para los desafíos y oportunidades que se avecinan. A su vez, esos ocho cambios se ven reflejados en dieciocho señales de cambio emergentes.
El primer lugar, la interdependencia entre la salud humana y la del planeta es innegable y está en constante transformación. La rápida urbanización, la explotación de recursos naturales y la expansión agrícola han dejado solo un 25% del área terrestre libre de impactos significativos, cifra que se prevé disminuirá a menos del 10% para 2050. Las cuatro señales de cambio que se manifiestan en este ámbito son la descongelación de antiguos microbios ocultos en el permafrost ártico, nuevas enfermedades zoonóticas emergentes, el acercamiento a niveles críticos en la resistencia a antimicrobianos y los impactos imprevistos de productos químicos y materiales nocivos.
Paralelamente, la creciente demanda de recursos naturales está llevando a una competencia global que redefine las dinámicas de seguridad. La demanda de minerales críticos para tecnologías limpias podría tener impactos significativos en la biodiversidad y la seguridad alimentaria y del agua. La escasez de estos recursos también está provocando desplazamientos masivos y conflictos en varias regiones del mundo. Como señal de cambio significativa, encontramos la rápida expansión de la actividad orbital y la consiguiente basura espacial.
La rápida urbanización, la explotación de recursos naturales y la expansión agrícola han dejado solo un 25% del área terrestre libre de impactos significativos, cifra que se prevé disminuirá a menos del 10% para 2050.
Por otro lado, la inteligencia artificial (IA), la transformación digital y la tecnología están remodelando todos los aspectos de la vida. Aunque estos avances prometen beneficios significativos, también conllevan riesgos, por lo que es crucial gestionar cuidadosamente la adopción de tecnologías disruptivas para maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos. La mentalidad emergente de aprendizaje continuo y el despliegue de la modificación de la radiación solar son señales de cambio que el informe considera en este caso.
La convergencia de crisis ambientales y tecnológicas está generando nuevos tipos de conflictos. La competencia por recursos naturales escasos, junto con la proliferación de tecnologías de armas avanzadas, está creando un entorno global más inestable. Estos conflictos emergentes no solo tienen un impacto directo en la seguridad humana, sino que también exacerban las crisis ambientales. Las señales de cambio más claras son el desarrollo de sistemas de armas autónomos y dirigidos por IA, y la amplificación de los riesgos del uso indebido de agentes biológicos.
Las desigualdades aumentan las brechas sociales
Como quinto cambio crítico, el cambio climático, junto con conflictos y desastres naturales, está causando desplazamientos masivos. Este fenómeno plantea desafíos significativos para las políticas de migración y asistencia humanitaria, y subraya la necesidad de estrategias de adaptación y resiliencia que puedan abordar tanto las causas como las consecuencias de estos desplazamientos. El aumento de los espacios inhabitables en nuestro planeta es la muestra más perceptible de este cambio.
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Las desigualdades sociales y económicas continúan ampliándose, afectando desproporcionadamente a las comunidades vulnerables. La falta de acceso equitativo a recursos, educación y atención médica está profundizando las brechas existentes, lo que dificulta el progreso hacia un desarrollo sostenible y justo. El microambientalismo privatizado, que consiste en la creación de hábitats de acceso privado, cerrados y a veces artificiales que ofrecen servicios ecosistémicos estables a miembros que pagan mucho por ellos, y la transición a un futuro en el que se restrinjan los seguros debido al incremento en frecuencia de las catástrofes, son muestras concretas del cambio que está sucediendo.
En el plano de la cohesión social, la proliferación de desinformacióny noticias falsas está erosionando la confianza en las instituciones y aumentando la polarización social. Este fenómeno complica la toma de decisiones basadas en evidencia y socava la cohesión, creando un entorno más propenso a crisis y conflictos. Como señales de cambio, el informe cita la toma de decisiones cada vez más alejadas de la evidencia científica, la ecoansiedad, y el aumento tanto de las subvenciones a los combustibles fósiles como de los riesgos de corrupción en la compensación de emisiones.
Por último, la gobernanza global está experimentando una transición hacia estructuras más policéntricas y difusas. Las soluciones locales y la resiliencia en red están emergiendo como respuestas efectivas a los desafíos globales, promoviendo una mayor participación comunitaria y una gobernanza más inclusiva. Como señal de cambio principal en este aspecto, se encuentra el desarrollo de nuevas herramientas para desviar los flujos financieros mundiales y la existencia de redes de comunidades locales como principal fuerza motriz de las acciones globales para aumentar la resiliencia.
El Pnuma subraya la necesidad de una gobernanza ágil y adaptativa para enfrentar los desafíos emergentes, y aboga por nuevo contrato social que promueva la equidad intergeneracional.
Cambios para una gobernanza resiliente y equitativa
El Pnuma destaca en su informe la necesidad de una gobernanza ágil y adaptativa para enfrentar los desafíos emergentes que amenazan la salud planetaria y el bienestar humano, integrando conocimientos científicos y datos en tiempo real para tomar decisiones informadas y efectivas.
Establecer metas ambientales claras y cuantificables es esencial para esta agilidad, permitiendo una vigilancia constante y respuestas rápidas a problemas emergentes. La tecnología, especialmente la IA y el big data, juega un papel crucial en este proceso, mejorando la capacidad de respuesta y facilitando la identificación temprana de oportunidades para la sostenibilidad y la resiliencia.
La gobernanza policéntrica y la toma de decisiones descentralizada también son fundamentales. Las soluciones locales, adaptadas a contextos específicos, pueden ser más efectivas y contar con un mayor apoyo comunitario. Lograr una participación comunitaria asegura que las políticas sean relevantes y tengan el respaldo necesario para su implementación exitosa.
La transformación digital y la rápida adopción de tecnologías están cambiando la manera en que se recopilan y analizan los datos ambientales, permitiendo una toma de decisiones más informada. Sin embargo, la desinformación y la polarización representan desafíos significativos, por lo que es crucial desarrollar estrategias de comunicación para combatir la desinformación y fomentar la confianza pública en las instituciones.
Además de lo anterior, la gobernanza debe abordar las desigualdades sociales y económicas, que se amplifican en tiempos de crisis. Por ello, la equidad debe ser un principio central en el diseño de políticas, asegurando que todos los sectores de la sociedad puedan beneficiarse de las soluciones implementadas.
El informe también aboga por un nuevo contrato social que promueva valores compartidos y la equidad intergeneracional. Este contrato debe reconocer la interdependencia entre la salud humana y la del planeta, comprometiéndose a proteger ambos de manera equitativa y sostenible. La participación de todos los actores sociales, desde gobiernos y empresas hasta comunidades locales, es esencial para desarrollar y mantener políticas justas y sostenibles.