Energías renovadas

Son energías alternativas, limpias, renovables, pero sobre todo, originales. Son distintas a las energías renovables más conocidas –eólica, solar, oceánica, biomasa–, algunas son tan innovadoras que aún les queda mucho camino por recorrer, pero todas tienen algo en común: tienen un futuro prometedor y mucho potencial de innovación: baldosas que convierten los pasos de los viandantes en electricidad, carreteras que generan energías, clientes de hoteles que «alimentan» energéticamente al establecimiento a través de las bicicletas del gimnasio, son solo algunos ejemplos de que en materia de energías alternativas las posibilidades son casi infinitas.

Uno de los mejores ejemplos de emprendedores que apuestan por la innovación en materia de energías es Laurence Kemball-Cook, creador del sistema de baldosas Pavegen. Este británico de 25 años ha inventado un sistema de baldosas que se colocan en las calles y transforman la energía de los pasos en electricidad. Un camino hacia un mundo más sostenible, capaz de generar electricidad con cada pisada.

«El creador de esta innovadora tecnología ha estado en España invitado por la marca Johnnie Walker (Diageo) en el marco de su nuevo proyecto Keep Walking Project, que ha propuesto tres iniciativas pioneras en España, en las áreas de tecnología (con Pavegen), arte (con la convocatoria viral on-line del artista multidisciplinar Ze Franke) e innovación empresarial (con la red de conocimiento global Hub Culture, que reúne a más de 25.000 expertos).

Ha sido el público quien, mediante votaciones a través de www.keepwalkingproject.com, ha decidido que sea Pavegen el que será implementado en Madrid en abril de 2012.

Ingeniero de formación y procedente del mundo empresarial, en el que trabajó en aspectos relacionados con el medio ambiente, Kemball-Cook comprobó que realmente las energías renovables tradicionales, como la eólica o la solar, no iban a funcionar en zonas urbanas, ni por supuesto a ser rentables, así que se planteó la posibilidad de utilizar las pisadas de las personas –algo muy abundante en las ciudades– para crear energía. «Me marché de la compañía en la que trabajaba, volví a la universidad para investigar, y comencé a desarrollar el proyecto, construyendo prototipos y haciendo ensayos para dar con la tecnología», explica a Revista Haz.

Más de dos años después trabaja junto a un equipo de diez ingenieros en su sede de Londres, y cuenta con lo más importante: financiación. El proceso es sencillo: cada paso, cada pisada de los viandantes, se convierte en electricidad. Hasta la fecha un colegio de Reino Unido con más de 1.100 alumnos cuenta con esta tecnología. Con sus pisadas, cada día, pueden iluminarse los pasillos de todo el centro.

El siguiente paso será instalarlo en el centro comercial más grande de Europa, muy cerca de la sede de los próximos Juegos Olímpicos de Londres: el Westfield Stratford City; un proyecto que ya cuenta con la licencia pública y que comenzará a desarrollarse el próximo año. Se estima que unos 40 millones de personas visitarán la ciudad durante la celebración de los JJ.OO. «¡Imagina lo que será poder convertir todas esas pisadas en energía!», señala este emprendedor.

Pavegen tiene en cuenta además los aspectos relacionados con la ecoefiencia, por eso estas baldosas se fabrican a partir de neumáticos de camiones usados y aluminio reciclado, entre otros materiales.

La tecnología sigue desarrollándose y mejorando, y en los últimos tiempos se han comenzado a usar botellas de plástico cien por cien recicladas.

¿Las dificultades a las que se enfrentan esta y otras energías de este tipo, tan novedosas?: «Realmente es difícil ser emprendedor. Crear una empresa es muy complicado, pero con este proyecto nuestro sueño se ha convertido en realidad. Aun así, el problema sigue siendo conseguir financiación», explica Kemball-Cook, que señala que «la inversión inicial es difícil de conseguir, se necesita personal para desarrollar el producto, pero no puedes pagarle, y el desarrollo de la tecnología está lleno de riesgos, porque no hay garantías de que tu idea vaya a funcionar».

Apuesta de las administraciones públicas

El creador de Pavegen reconoce también que tener acceso a las administraciones públicas con este tipo de tecnologías es una tarea larga y que requiere de altas dosis de paciencia. En el caso de su proyecto existen ya negociaciones avanzadas con algunos municipios y gobiernos locales y regionales, pero superar los aspectos regulatorios y cumplir con la legislación existente son requisitos imprescindibles que exigen desde el sector público.

La naturaleza evolutiva de Pavegen será instalar esta tecnología en carreteras y que el rodamiento de los coches sea un nuevo generador de energía. «El siguiente paso será llevarlo a las carreteras», confirma este emprendedor, que asegura que la relación coste-ahorro es cada vez más interesante a medida que se perfecciona la tecnología. Solo en los últimos seis meses el primer aspecto –los costes– se han reducido en un 50%.

En cuanto a la aceptación o el interés social por este tipo de energía (cinética) Kemball-Cook destaca la «curiosidad» que despierta, tanto por parte de los ciudadanos –una reciente instalación durante tres días en Reino Unido consiguió más de 250.000 pisadas–, como de los poderes públicos, cuyas consultas procedentes de ayuntamientos, municipios y diputaciones se reciben habitualmente.

En España ya existen algunos ejemplos de tecnología similar: Se trata del GeoSilex, un material utilizado en las baldosas Ecosit KlimCO de la empresa Hnos. Eguskiza del Grupo UGP, pionera en el empleo de este material.

Estas baldosas se han utilizado ya en la rehabilitación del Parque de la Campa de los Ingleses, en Bilbao, en el marco del Proyecto Ría 2000 de modificación de Abandoibarra, la antigua zona industrial de Bilbao, que se ha convertido así en el nuevo pulmón de la ciudad. Las baldosas Ecosit KlimCO se encuentran en las vías peatonales que atraviesan este parque.

Este aditivo (GeoSilex), procede íntegramente de residuos industriales y dota a los pavimentos de la capacidad de absorber el CO2 del ambiente, reduciendo de este modo la huella de carbono del pavimento.

GeoSilex, que nació hace escasamente un año desarrollado por Geosilex Trenza Metal en colaboración con la Universidad de Granada, se comercializa en forma de pasta aditiva para hormigones y se añade en proporción de entre el 3 y 10% del peso del hormigón. Un metro cuadrado de pavimento que contenga un 8% de GeoSilex captaría, a lo largo de la vida útil de la baldosa, el dióxido de carbono que hay en 5.000 metros cúbicos de aire.

Carreteras que generan energía

Aprovechar el movimiento de los vehículos, el sol o el viento para generar energía en las carreteras es la idea de varios sistemas que se prueban en diversos lugares del mundo; en el asfalto de vías urbanas, áreas portuarias o supermercados. Gracias a ellos se podrían mantener las farolas, las señales luminosas o los sistemas de ventilación y calefacción, en especial, en zonas aisladas de la red eléctrica.

El ingeniero británico Peter Hughes propone una idea con muy buenas vibraciones: la Electro Kinetic Road Ramp, una rampa rectangular de varios metros de largo y ancho, con una serie de paneles que sobresalen del suelo un centímetro y medio. Al pasar el tráfico, los paneles suben y bajan. El movimiento se transmite a un motor que produce la energía mecánica. La rampa se puede colocar tanto en bandas de deceleración como en un suelo liso, sin que se note su presencia.

Cada aparato genera unos 30 kilovatios (kW) de electricidad cada hora en condiciones normales de tráfico, aunque varía según el número de rampas, su tamaño, la cantidad de vehículos, su peso y frecuencia de paso. Según su creador, cuatro de estas rampas serían suficientes para suministrar energía a las farolas, los semáforos y demás señales de tráfico luminosas en una calle de un kilómetro y medio de largo.

Otras propuestas incluyen el mantenimiento de sistemas de calefacción para combatir el hielo en invierno, la ventilación en los túneles o para zonas aisladas donde no llega la red eléctrica. El sistema funciona cuando el vehículo pasa a una velocidad de entre 5 y 90 km/h, es silencioso y no daña a los vehículos ni a ciclistas o motoristas.

El precio de una de estas rampas oscila entre los 24.000 y los 66.000 euros, en función del tamaño y la capacidad de generar energía, que se amortiza en un periodo de tres a cuatro años. Hughes ha creado una empresa, Highway Energy Systems, para comercializar este invento en su país. Varios condados británicos, como el de Ealing, al oeste de Londres, un área portuaria y una cadena de supermercados en la localidad de Gloucester realizan ya varias pruebas de este sistema desde 2009.

Las rampas ubicadas en el parking del centro comercial proporcionan la electricidad a las cajas registradoras. En el caso de la zona portuaria, la generación de energía puede ser mayor, ya que los camiones producen 40 veces más energía que un coche. Dos empresarios navarros han creado una compañía, Eco Raec, para comercializar y distribuir este dispositivo en España y en Portugal.

Pero la empresa de Hughes tiene competidores. La estadounidense New Energy Technologies ha dado a conocer un proyecto piloto denominado «MotionPower Energy Harvesters», que se basa en un sistema de rampas atrapa-energía. Según sus responsables, es capaz de crear 2 kW de electricidad a partir de un coche que pase por el sistema a una velocidad de unos 8 km/h. Sus responsables lo han probado ya en un establecimiento de comida rápida de Nueva Jersey. Además de la rampa, experimentan con varios dispositivos para almacenar la energía.

Por su parte, en Israel, ingenieros del centro tecnológico Innowattech han creado un nuevo tipo de material para carreteras, basado en unos cristales piezoeléctricos, para aprovechar la energía cinética del paso de los vehículos. El material puede extenderse por todo tipo de superficies de tránsito con un grosor muy fino. Sus responsables calculan que puede generar unos 400 kW por kilómetro.

Otras ideas pasan por sustituir el asfalto de las carreteras por paneles solares o colocar turbinas eólicas a lo largo de estas para abastecer sus propios sistemas de iluminación.

La energía de los huéspedes

El Crowne Plaza Copenhagen Towers, en la capital danesa, de 366 habitaciones, es uno de los hoteles más verdes del mundo. Recientemente ha llevado la producción eficiente de energía un paso más allá incorporando a su gimnasio unas bicicletas para uso de los huéspedes que generan electricidad para el propio establecimiento.

Los clientes que produzcan diez watios/hora o más reciben una comida gratuita por cortesía del hotel, animándoles así no solo a que se pongan en forma, sino también a que reduzcan su huella de carbono y ahorren electricidad y dinero. Además de eso, cada huésped podrá monitorizar cuánta electricidad están produciendo a través de los iPhone instalados en los manillares.

El Crowne Plaza Copenhagen Towers es firmante del Pacto Mundial de Naciones Unidas, cuenta con la certificación Green Building y Green Key de la Unión Europea y está trabajando para lograr ser neutros en materias de emisiones de carbono. En todo el hotel se utilizan tecnologías amigables con el medio ambiente.

Como ejemplo, cuentan con el primer sistema de refrigeración y calefacción de Dinamarca mediante aguas subterráneas, con el que esperan reducir la energía utilizada en el hotel para calefacción y refrigeración en casi un 90%; secadores de manos, o lámparas de bajo consumo, y cuenta con el mayor parque de paneles solares en el norte de Europa integrado en un edificio (las placas revisten todas las fachadas soleadas del hotel).

«Estoy completamente seguro de que las empresas que asuman un compromiso responsable con el ecosistema tienen ventaja sobre sus competidores, ya que los viajeros de ocio y de negocios buscan, cada vez más, hoteles basándose en sus credenciales ambientales», explicaba Lene Espersen, viceprimer ministro de Dinamarca, durante la inauguración del hotel.

Retos y desafíos

Sin embargo, el despliegue comercial de estos sistemas innovadores de producción de energía, viene ligado a que sean reconocidos como métodos de producción de electricidad diferentes de las renovables tradicionales, pero igualmente válidos, y por tanto sean incluidos en las categorías con apoyo de tarifas. El actual Plan de Energías Renovables no cuenta con esta posibilidad ya que, según fuentes del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDEA), es difícil categorizar estas fuentes y la mayoría de las ayudas están destinadas a un despliegue de tecnologías con mayor madurez (solar, eólica, biomasa, etc.).

Por otro lado, y dentro del ámbito de la I+D, según Borja Izquierdo, representante español del Comité de Energía del Programa Marco Europeo del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), las actuales ayudas a este tipo de nuevos sistemas «existen a nivel europeo, pero más bien asociadas a programas abiertos de innovación e investigación de frontera».

La Comisión Europea dispone de ciertos instrumentos como las convocatorias de Tecnologías Emergentes de Futuro y el Programa de Innovación y Competitividad de Energía Inteligente, sin embargo «el grueso de la inversión que se realiza tanto en Europa como en España está focalizado en las energías renovables tradicionales», explica a Revista Haz.

En definitiva, este tipo de energías innovadoras se enfrentan a desafíos similares: casi todas están en fase de diseño o, como máximo, en fase experimental.

Por ello, necesitan un mayor desarrollo para su generalización. A esto se suman las dificultades técnicas y financieras relacionadas con su desarrollo, su testeo, su financiación o su comercialización. Otro punto negativo esgrimido por algunos expertos es que su capacidad de generar energía es muy pequeña y no son la solución a la alta dependencia de otras energías masivas o más contaminantes.

Pero a pesar de los problemas que pueden encontrar estas nuevas tecnologías, la actual tendencia mundial hacia una economía baja en carbón y la búsqueda de un autoabastecimiento energético por parte de todos los países, hace que el futuro de estos sistemas a medio y largo sea como poco halagüeño. Superando esas barreras, que en muchos casos trascienden del ámbito tecnológico, los sistemas innovadores de energía renovable pasarán a ser de uso cotidianos y aportarán su granito de arena hacia un futuro descarbonizado y autosuficiente energéticamente.

Comentarios

  1. Me ha encantado la idea de poder con pequeños gestos contribuir a la generación de energía. Con ganas de ir a Bilbao y fijarme en las baldosas y que istalen las de Pavegen en Madrid ya!!!

  2. Para todas las personas a las que le interesan las energías renovables este es un gran artículo.
    Muchas gracias.