La patata caliente de la maternidad

HAZ26 septiembre 2007

La maternidad de una mujer en edad laboral es un tema del que se habla bastante. Para muchos empresarios es un mal menor que viene asociado a la contratación de mujeres. Algunos quisieran pensar que los empresarios son personas malvadas que se han confabulado en contra de las mujeres por el mero hecho de serlo.

SIN EMBARGO, EL PROBLEMA MERECE SER CONSIDERADO CON MAYOR SERIEDAD. Las cargas fiscales que los empresarios deben asumir por la baja de maternidad de las mujeres de su plantilla son desproporcionadas, mientras que la solución es fácil: no contratarlas. La consecuencia de que muchos empresarios practiquen esta discriminación de manera generalizada ha generado esta plaga de tremendas consecuencias.

LAS CONSECUENCIAS SON DE DOS TIPOS, por un lado algunas mujeres determinan no tener hijos, por contraposición a no desperdiciar la oportunidad de desarrollar una carrera profesional de cierto nivel. Y por otro lado, la mayoría decide asumir que en cierto modo, la maternidad es lo primero y que en lo profesional se llegará hasta donde se pueda, teniendo en cuenta la «lacra maternal».

HASTA EL MOMENTO, EN EL PANORAMA NACIONAL SON ESCASAS LAS ACCIONES orientadas a remediar esta cuestión eficazmente. La mayoría de ellas proviene de la corriente reguladora, una vez más. No sólo el erario público se resiste a dejar de percibir las consabidas compensaciones de los contratadores a la Seguridad Social, sino que además ha decidido imponer una serie de cuotas que los empresarios no tendrán más remedio que acatar tarde o temprano.

NO OBSTANTE, ALGUNOS HAN DECIDIDO HACER DE LA DEBILIDAD UNA OPORTUNIDAD. Tal es el caso de Caja Navarra (CAN), que acaba de implantar lo que ha denominado el «Protocolo de maternidad» para mujeres directivas con el que trata de garantizar la continuidad de sus carreras profesionales tras la baja maternal.

EL PROTOCOLO COMIENZA CUANDO LA EMPLEADA COMUNICA SU EMBARAZO A LA ORGANIZACIÓN. Cinco meses antes del parto CAN asigna una persona que trabajará conjuntamente con la profesional embarazada para garantizar la transición de funciones durante el periodo de ausencia de la baja maternal, y garantiza que no suponga un parón en el desarrollo de la carrera profesional de la madre.

Además, la nueva madre si lo desea puede contar con los medios tecnológicos necesarios para mantenerse informada de los asuntos relevantes que se producen durante su ausencia. Y a su regreso, convivirá un par de semanas con la persona que le ha sustituido para ponerse al día.

ESTE PROTOCOLO PERTENECE A ESE GRUPO DE MEDIDAS que se toman desde la no imposición, desde la perspectiva de la aportación.

Este sí es un plan que trata de entender qué es la maternidad, y asume los costes entendiendo la complejidad de la situación de la madre trabajadora.

MEDIDAS DE ESTE TIPO SON LAS QUE DEJAN LA PATATA CALIENTE EN MANOS DE LAS MUJERES, las cuales, conscientes del abuso que muchas veces se ha cometido por causa de su maternidad, o sólo por el hecho de que en un futuro puedan serlo, también han abusado del especial proteccionismo del Estado.

Todos hemos escuchado alguna conversación donde alguien que se aquejaba de una dolencia menor recibía el consejo de otro: Pide la baja y descansa. Las mujeres, por qué no decirlo, también abusan de este recurso, propiciando que la maternidad se vea en ocasiones como una de las dolencias más temerosas para los empresarios.

SON LAS MUJERES LAS QUE ANTE MEDIDAS COMO LAS DE LA CAN –y esperemos que sea sólo la primera de una larga lista de compañías que también las incluyan–, deben ejercer una maternidad responsable.

Por Ana Agüero