“El periodismo constructivo favorece la conversación, la implicación social y evita la polarización”

Alfredo Casares no es un soñador de un utópico periodismo mejor; lleva años investigando y especializándose en el llamado periodismo constructivo, que trata de contar historias explicando el problema, descubriendo iniciativas que trabajan en su solución, y abordando sus barreras, inconvenientes y enseñanzas.

“El periodismo constructivo es un marco de trabajo, una perspectiva que conduce a ofrecer una imagen de la realidad más completa y equilibrada. De ninguna manera niega los problemas sociales, sino que los examina y los presenta desde una perspectiva más amplia, analizando con rigor las iniciativas que existen para solucionarlos y exponiendo sus resultados y aprendizajes”.

Así define el periodista Alfredo Casares esta tipología de comunicación en su libro La hora del periodismo constructivo. El poder de la información orientada al futuro y a las soluciones (Ediciones Universidad de Navarra, Eunsa).

Casares se topó con el periodismo de denuncia en su primer trabajo como becario, cuando sonó el teléfono de la redacción de El Diario de Navarra y destapó, tras muchas llamadas, testimonios y fotografías un “error en el sistema” de un hospital psiquiátrico, que había dejado olvidado un cadáver durante 22 días en el depósito. Pasaron por los juzgados los responsables del hospital y el depósito fue clausurado. Su primera historia de éxito.

Más tarde sería editor de investigación y fundaría dicha sección en el periódico, tras lo que trabajó en The Miami Herald (Estados Unidos).

Los años que dirigió el departamento de Comunicación de El Corte Inglés y fue subdirector del centro de Pamplona le permitieron ver con distancia y perspectiva la situación de los medios.

De vuelta a la que fuera su casa, en 2013 fundó un laboratorio de innovación en El Diario de Navarra y buscó formatos que pudieran “aportar valor desde el punto de vista de los contenidos”, desarrollando los primeros proyectos de periodismo constructivo. En 2020 fue elegido Acumen Fellow para líderes de la transformación social, se incorporó al consejo asesor de esta revista, y creó el Instituto de Periodismo Constructivo, con el apoyo del Solution Journalist Network.

El instituto nace para “impulsar y acelerar un movimiento en favor de este periodismo” y hace uso de herramientas como la formación, la divulgación y el asesoramiento de profesionales, medios, universidades y organizaciones interesadas en una comunicación más constructiva. Los próximos 14 y 15 de mayo el instituto organiza su primer taller online bajo el título: Periodismo constructivo, información orientada a las soluciones.

¿Qué es el periodismo constructivo?

El periodismo constructivo es una forma de mirar y contar la realidad, que consiste en abordar los problemas sociales desde el punto de vista de las iniciativas que hay para tratar de solucionarlos.

El periodismo constructivo se centra en las soluciones y en el futuro. Usa las herramientas del periodismo de investigación para hacer un análisis muy riguroso de lo que sí funciona; aporta esperanza, sirve de inspiración para los ciudadanos y ofrece conocimiento a la sociedad sobre lo que da resultados; favorece la conversación, la implicación social, tiende puentes, evita la polarización, y es complementario al periodismo más crítico y de denuncia, que es imprescindible.

“El periodismo constructivo se centra en las soluciones y en el futuro. Usa las herramientas del periodismo de investigación para hacer un análisis muy riguroso de lo que sí funciona”.

Para ser mucho más visuales, ¿me podría dar algún ejemplo?

En Revista Haz hay un montón de ejemplos, entre ellos, el cómo se está intentando combatir la pandemia en determinados lugares del mundo.

Otros ejemplos:  iniciativas que hay para recuperar el medio rural; reciclar las colillas en las ciudades; empoderar mujeres en zonas rurales; reducir barreras arquitectónicas…

Cualquier historia se puede contar explicando solo el problema y sus consecuencias, pero si además le añadimos un análisis muy riguroso de alguna iniciativa que está en marcha para intentar solucionarlo, podemos aprender todos.

¿Qué diferencia el periodismo constructivo del periodismo más optimista o de noticias naif?

No hablamos de periodismo positivo ni de buenas noticias, que también son necesarias y que nos vienen muy bien porque nos conmueven o nos despiertan sentimientos muy positivos. El periodismo constructivo se basa en los mismos valores que el periodismo más riguroso y de investigación y trata de hacer un análisis muy profundo de lo que sí funciona.

No tiene nada que ver con ser naif, con ser ingenuo. Se basa en un optimismo mucho más desafiante; no es un optimismo buenista de creer que las cosas van a mejorar por sí mismas, si no que tiene que ver con que hay motivos para pensar que si hacemos algo podemos lograr determinados resultados, porque nos lo está mostrando este tipo de periodismo.

La esperanza es muy necesaria hoy, esperanza basada en datos y en hechos. Y para creer que el cambio y la mejora son posibles necesitamos ver ejemplos que nos ayuden a entenderlo.

Escribe su libro justo en el año marcado por la covid-19. ¿Cómo cree que ha evolucionado la cobertura mediática de la pandemia?

Creo que, en general, se ha hecho un buenísimo trabajo. La evolución ha sido bastante clara. Los primeros días los periodistas se vieron desbordados por una auténtica avalancha de información, sobre todo de datos: número de contagios, de muertos… que bastante hacían con mantener actualizadas las cifras, como si fuera un tablero deportivo.

Tampoco tenían acceso a la primera línea informativa: las primeras semanas no se podía entrar a los hospitales con normalidad, las ruedas de prensa estaban filtradas, no se podía repreguntar… y, sobre todo, los medios se enfrentaban a una demanda histórica de información con las redacciones probablemente con menos gente y, muchos de ellos, en peores condiciones laborales de la que les habría gustado tener.

A eso hay que unir la caída publicitaria que se produjo muy pocas semanas después del decreto del estado de alarma; muchos medios tuvieron que hacer ERTE. En esas condiciones fue muy difícil hacer periodismo más allá de los datos.

“Creo que, en general, se ha hecho un buenísimo trabajo periodístico durante la pandemia”.

Después se empezó a ver cómo los medios podían dedicar recursos y tiempo para abordar la realidad de una manera un poco diferente. Comenzaron, por ejemplo, a hacer entrevistas a personas que habían superado la enfermedad. Y además no las hacían desde el punto de vista victimista sino desde las fortalezas y la superación.

También había relatos de las redes ciudadanas, de la sociedad de los cuidados y la vecindad de cercanía, algo que creo no fue motivado por la pandemia necesariamente, sino que esta puso de relevancia redes que ya existían y que los periodistas no habíamos contado.

Es muy interesante cómo hemos sido capaces de detectar qué cuestiones valiosas emergían o había en la sociedad y que merecía la pena preservar. Se ha investigado sobre lo que se ponía en marcha en otros países; se ha destacado el compromiso individual de la gente que seguía las normas, que se quedaba en casa; el papel de muchos jóvenes y cómo se han involucrado…

Eso sí, la política no ayudó. Hubo una comunión que duró muy poco. A las pocas semanas los partidos se volvieron a atrincherar en sus posturas y eso contaminó mucho la conversación de los medios, que somos altavoz de lo que hacen y dicen los políticos.

¿Cómo ha afectado la cobertura mediática a la salud mental de los ciudadanos? ¿Cree que se edulcoró la realidad para paliar los efectos del desasosiego?

No lo sé. Es más fácil a toro pasado analizar algunas cuestiones. Primero, los medios los hacen personas, personas que también estaban sufriendo las mismas restricciones, el mismo desasosiego personal y profesional…

Los medios, los departamentos de salud… tuvieron que tomar decisiones. Algunos entendieron que su misión era asustar para que los ciudadanos fueran cautos… me parece legítimo, pero el objetivo del periodismo no es asustar ni tampoco edulcorar.

Lo cierto es que, en medio de una pandemia, cuando se buscan argumentos para aportar una cierta esperanza -necesaria, por otra parte-, objetiva, basada en datos, puede haber quien considere que se está edulcorando. Y también puede ocurrir que cuando se presentan imágenes de hileras de ataúdes se pueda creer que los medios están siendo catastrofistas.

Nunca ha sido fácil contentar. Creo que los medios han tomado las decisiones que han creído oportunas en cada momento y, además, no todos han decido lo mismo, de manera que ha habido riqueza de opciones editoriales.

“Tanto los bulos, y el efecto que tienen en la desconfianza institucional, como el abandono de los medios por el exceso de negatividad… son muy preocupantes”.

Un 33% de españoles reconoce evitar las noticias porque les provoca ansiedad y tristeza. Hace mención en el libro a la preocupación por que una parte importante de la población no consuma medios, empobreciendo la calidad de la democracia. ¿Es peligrosa esta situación?

Sí, claramente. Tanto los bulos, y el efecto que tienen en la desconfianza institucional, como el abandono de los medios por el exceso de negatividad… son muy preocupantes, no solo porque, desde el punto de vista del negocio, afecta a los medios si no, sobre todo, desde el punto de vista social.

Si se aíslan las personas más sensibles, más sensatas o que se sienten incómodas en esos escenarios de confrontación, el riesgo es que la conversación social quede en manos de grupos que se encuentran muy bien en las trincheras, en la crispación, en el mundo de los estereotipos, de los prejuicios y sobre todo estableciendo divisiones muy dogmáticas entre nosotros y ellos, entre bandos. Eso empobrece claramente la conversación.

Creo también que los medios tenemos que revisar nuestro papel como altavoz, a veces, del miedo y de la crispación. Prestamos mucha atención a todo lo que dicen los políticos, y estos tienen un escenario (congreso, ayuntamientos, diputaciones…) en el que se mueven y relacionan con unas reglas determinadas… y a veces trasladamos eso a los ciudadanos. Y, lo que es peor, en muchas ocasiones, esas mismas reglas y ese tipo de escenarios los reproducimos en determinados formatos de televisión.

La polémica genera mucha atención, la atención publicidad, y la publicidad ingresos. Y en esta economía de la atención muchos medios es lo que buscan. Pero a mi juicio, el periodismo tiene una oportunidad muy importante para generar espacios de conversación con reglas distintas, donde las preguntas sean diferentes, hablemos de otros asuntos, con diversos objetivos y que queramos que pasen otras situaciones. Y eso tenemos la oportunidad y la responsabilidad de hacerlo. Tenemos que tomar ese liderazgo.

Dice Álex Grijelmo en el prólogo que el libro da esperanza al futuro del periodismo. ¿Cómo puede este tipo de periodismo transformar el sector?

Mi aspiración ha sido reflejar una situación y aportar lo que yo considero que puede ser una aproximación mucho más transformadora del periodismo. No sé si puede transformar el sector, pero creo que el periodismo necesita que hablemos más sobre él. Y no solo los periodistas si no que abramos el debate a la sociedad, a lo que espera de nosotros y a dónde cree que está el valor.

Creo que la capacidad de transformación tiene que ver con tener una narrativa que equilibre mucho el relato, que sepamos de los problemas, pero también de las iniciativas que hay para resolverlos por ahí y que aprendamos de ellas. Que el periodismo sea capaz de conectar personas que tengan intereses similares, que las inspire y las mueva a actuar. Y también que genere espacios de conversación muy plurales, orientados al bien común que fortalezcan la democracia.

Según el último Barómetro de Confianza de Edelman, España se sitúa en las posiciones más bajas en cuanto a la confianza en sus medios de comunicación. Con una puntuación de 42 sobre 100 (igual que el año pasado). ¿Cómo recibe este dato? ¿Qué puede aportar este tipo de periodismo para aumentar la confianza?

El grado de desconfianza nos tiene que hacer pensar. Pero yo haría una lectura muy esperanzadora: es cierto que el nivel de confianza en los medios no es alto, que el nivel de confianza en los periodistas tampoco, pero sí es muy alta la percepción de que los medios son muy relevantes para la sociedad.

Esto creo que tiene una lectura muy esperanzadora, no buenista porque está basada en datos: Si los ciudadanos creen que nosotros tenemos que ser muy importantes lo que tenemos que hacer es serlo.

“Hay estudios donde los ciudadanos manifiestan que se consideran corresponsables de la solución de los problemas y desafíos sociales. Eso nos da una oportunidad de generar esos espacios de conversación y de aportar contenidos que tengan dichos ingredientes”.

También hay estudios donde los ciudadanos manifiestan que se consideran corresponsables de la solución de los problemas y desafíos sociales. Eso nos da una oportunidad de generar esos espacios de conversación y de aportar contenidos que tengan dichos ingredientes.

El periodismo tiene una doble responsabilidad: por un lado, ayuda a los ciudadanos a que se hagan una imagen del mundo, pero por otro, les ayuda a que se ubiquen socialmente, a que se hagan una imagen de sí mismos y del papel que juegan en la sociedad.

Para poder participar y sentir que puedes hacer algo por resolver un problema te lo tienen que contar de manera que tú creas que puedes participar en la resolución. En eso consiste la vertiente del periodismo de soluciones.

Para hacer periodismo constructivo hay que tener tiempo, ¿pueden permitirse lo medios hacer este tipo de periodismo?

Los medios tradicionales generalistas atienden sobre todo a la actualidad. Hay medios que pueden permitirse el lujo porque tienen ese enfoque: tratan de mirar la realidad con más pausa o desde otra perspectiva.

Alguien dijo una vez que si los periódicos en vez de hacerse diarios, fueran semanales, mensuales o semestrales quizás no tendrían tantas noticias negativas porque habría más historias de tendencias, movimientos… Si todas las mañanas al levantarte la realidad es nueva es muy difícil mirar con perspectiva.

¿Hace falta tiempo? Sí, pero hacen falta más cosas que tiempo: una manera de mirar distinta (que se entrena), otro tipo de preguntas, algo de tiempo para investigar… ¿Cuánto? Lo que podamos. No se trata de hacer el megareportaje de soluciones, pero hay maneras de empezar e introducir el enfoque constructivo y de soluciones para que sea viable.

En San Sebastián comenzamos un programa de formación para periodistas de medios de Guipúzcoa y lo hemos enfocado para que sea posible incorporarlo en su día a día.

Lo importante es encontrar las historias, abordarlas con rigor y contando cómo se hacen las cosas, qué logros están teniendo, con qué limitaciones se topan, qué aprendizajes podemos extraer y cuáles son las claves para generar ese conocimiento social y esa inspiración que pueda ayudar a otros a actuar.

Tenemos una manera bastante automática de funcionar, obligados a hacer periodismo de una forma casi de producción industrial, con unas horas de entrega… eso hace que recurramos a una manera de trabajar que nos permita ser muy eficientes. Esto marca, por ejemplo, cómo entrevistamos… porque necesitamos preguntar para que nos den unas respuestas fáciles de poder colocar en un formato y sacarlas cuanto antes. Ese ciclo hace que hagas las cosas de una determinada manera.

El tiempo no es la barrera fundamental. Si periodistas individuales tienen interés y ganas de favorecer esa mirada y en las redacciones se puede hacer un esfuerzo, no es tan costoso.

¿Quién estaría siendo pionero en España? ¿Qué ejemplo internacional destacaría?

En EE. UU. se hace periodismo de soluciones de manera regular más o menos desde hace una década, y hay más de 45 medios que tienen una apuesta sostenida, pero también destacaría a Alemania, Francia, Dinamarca, Italia, Reino Unido… donde hay buenos ejemplos, especialmente durante los últimos 3-4 años, cuando el movimiento ha ido tomando más fuerza. Ya hay una corriente global de periodismo constructivo o de soluciones.

Comentarios