¿Por qué las electrolineras que triunfan en Reino Unido tardarán en llegar a España?

Hace algo más de un año se inauguraba en Reino Unido la primera estación de servicio exclusivamente para coches eléctricos que se nutre de energía solar. Unas instalaciones piloto que pronto tendrán réplicas en otros puntos del país para dar servicio a una demanda que va en aumento, pero cuya viabilidad en territorios como España no está del todo clara.
<p>Foto: estación de servicio Gridserve (Essex, Reino Unido)</p>

Foto: estación de servicio Gridserve (Essex, Reino Unido)

Durante el mes de septiembre de 2021 todo aquel que pasaba por la localidad de Braintree, en el condado de Essex al sureste del Reino Unido, con su coche diésel o gasolina, miraba con envidia a todo el que paraba a repostar en su estación de servicio Gridserve. Mientras los carburantes fósiles escaseaban por todo el país por la falta de transportistas que surtieran a las gasolineras tradicionales, en aquel lugar no faltaban (ni faltan) nunca reservas para sus principales clientes: los automóviles eléctricos.

La Electric Forecourt Gridserve empezó a funcionar en diciembre de 2020 como la primera estación de servicio exclusiva para este tipo de vehículos alimentada totalmente con energía solar. Con un coste aproximado de 36 céntimos de euro por kilovatio hora (el coste medio que tenemos en España ronda los 50 céntimos), puede tener en funcionamiento al mismo tiempo 36 de sus cargadores. En concreto, cuenta con 12 de corriente continua de hasta 350 kW, otros 12 de hasta 90 kW y 6 de corriente alterna de hasta 22 kW, además de otros 6 supercargadores Tesla.

Es decir, pueden cargar desde pequeñas motocicletas hasta autobuses y camiones, aunque el servicio para vehículos pesados todavía es pobre y lento. De hecho, para estos casos la empresa tiene planificado incluir en un futuro equipos de alta potencia que lleguen a los 500 kW, además de otras opciones de carga específicas.

Además de las estaciones de carga, se añaden otros servicios que ofrecen a sus clientes para amenizar su espera mientras sus coches se cargan. Una cafetería, seis salas de reuniones, un pequeño gimnasio, una zona infantil y la zona central con las oficinas administrativas de la compañía, donde se puede comprar o alquilar un vehículo eléctrico. Unas instalaciones que, según las opiniones que los clientes han ido dejando en Internet, merece la pena tener en cuenta.

Como prueba piloto, la electrolinera de Braintree se está mostrando al mundo como un nuevo modelo de negocio escalable, responsable desde el punto de vista medioambiental y con buena acogida por parte de los usuarios. Aunque la empresa no se ha pronunciado sobre el número de vehículos que han parado a ‘repostar’ a lo largo de sus 16 meses de historia, en el mes de marzo se habían recopilado más de 400 opiniones en Google, que le puntuaban con 4,8 estrellas sobre 5. A lo que se añade el Premio a la Innovación que le ha concedido la publicación británica What Car? (una de las más longevas y prestigiosas del país en el ámbito del motor) en sus premios anuales 2022.

<p>Foto: estación de servicio Gridserve (Reino Unido). Empezó a funcionar en diciembre de 2020 como la primera estación para vehículos eléctricos alimentada totalmente con energía solar.</p>

Foto: estación de servicio Gridserve (Reino Unido). Empezó a funcionar en diciembre de 2020 como la primera estación para vehículos eléctricos alimentada totalmente con energía solar.

Además, en los próximos meses contará con varias estaciones ‘hermanas’ en Norwich, Gatwick, Gateshead y Uckfield. Y según los planes de la compañía, Gridserve (que cuenta con inversores como el empresario Richard Branson y el cantante de U2, Bono) antes de que acabe 2026 se habrán invertido cerca de 1.000 millones de libras esterlinas, unos 1.200 millones de euros, para llegar al centenar dentro del Reino Unido y así dar servicio a una demanda creciente. Incluso a pesar del frenazo que está suponiendo el conflicto entre Rusia y Ucrania tanto para la fabricación de vehículos eléctricos como para las ventas, teniendo en cuenta las mayores limitaciones económicas de los usuarios.

Según las cifras de matriculaciones de coches de 2021 aportadas por la Administración británica, de los más de dos millones registrados el pasado año unos 305.000 fueron de carácter eléctrico o híbrido enchufable, casi el doble de los matriculados en 2020. Y la tendencia va en alza, no solo por conciencia medioambiental o por el miedo de volver a quedarse sin suministro de gasolina o diésel, sino también porque a partir de 2030 el país prohibirá la venta de vehículos propulsados con carburantes fósiles.

Viabilidad en España

¿Existen modelos de negocio como el de Gridserve en España? Por el momento parece que no. “Aunque son totalmente posibles, porque disponemos de mayor radiación solar que los países del norte. Y viendo el crecimiento de las ventas del vehículo eléctrico, es solo cuestión de tiempo que empiecen a surgir soluciones de este tipo”, explica Francisco Casas, CEO de Emovili, una compañía dedicada a la instalación de puntos de recarga individuales para hogares y empresas combinados con energía solar.

Estaciones de servicio de este tipo ayudarían a mitigar una de las grandes barreras que impiden despegar a esta cada vez menos incipiente fórmula de automoción: el miedo a quedarse en mitad del camino en trayectos largos por falta de autonomía. Porque aunque cada vez son más los puntos de recarga, normalmente son individuales y están en puntos aislados.

Además, no es fácil saber si cuando vas a llegar el ‘surtidor’ va a funcionar o va a estar desocupado. Al menos no tan fácil como para el usuario de carburantes fósiles que llega a una gasolinera convencional, en la que tiene prácticamente garantizado el suministro y puede repostar y marchar en pocos minutos.

“El problema es que la instalación de esas potencias no es sencillo ni viable en muchos lugares y, por supuesto, la red debe aguantar esas tensiones. En España, de momento, hay que solucionar cómo llevar 1.000 kW a zonas rurales y carreteras donde actualmente no es posible y, sobre todo, cómo hacerlo a unos costes imposibles de amortizar”, reflexiona Víctor García, secretario general de la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de la Comunidad de Madrid (Aaescam). Es decir, la carga y, por tanto, el uso del vehículo eléctrico se va a mantener casi de forma exclusiva para la población de zonas urbanas.

<p>Foto: Emovili. Esta compañía instala puntos de recarga individuales para hogares y empresas combinados con energía solar.</p>

Foto: Emovili. Esta compañía instala puntos de recarga individuales para hogares y empresas combinados con energía solar.

Como indica García, en las grandes ciudades no suele haber problema con esa traba técnica, porque en casi todos los sitios la red admite aumentos de potencia. Pero en las zonas despobladas, donde las inversiones de mejora de la red van muy despacio, hay que hacer instalaciones nuevas con costes elevados para poder hacer frente a las necesidades de recarga mínimas que vendrán en un futuro, cuando se extienda el uso de este tipo de vehículos. “Cuando tengamos un escenario en el que el 20% del parque automovilístico sea enchufable”. Es decir, cuando lleguemos a los 6 millones de coches eléctricos.

Una cifra que, al menos en España, todavía queda lejana: según datos de las patronales de vendedores de vehículos y de talleres, Ganvam y Aedive, en nuestro país circulan ahora mismo algo menos de 200.000 coches con carga eléctrica, incluyendo híbridos enchufables. Eso significa un 4% de los objetivos marcados para 2030.

Por su parte, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) calcula que en España se matricularon unos 23.700 vehículos eléctricos puros durante 2021, frente a los 356.000 de Alemania o los 190.000 de Reino Unido. “Aunque es verdad que las ventas se están acelerando y, de hecho, el pasado mes de diciembre se vendieron más enchufables que diésel, hay un cambio de mentalidad patente”, indica May López, directora de Desarrollo en Empresas por la Movilidad Sostenible y profesora de OBS especializada en RSC y Sostenibilidad.

También se están multiplicando las inversiones para la instalación de estaciones de carga, aunque ninguna al mismo nivel que la británica. “Nosotros empezamos 2021 muy mal, pero en el último tercio del año hemos notado un aumento considerable de proyectos. Y seguimos en esa tendencia, seguramente gracias a las ayudas estatales y a los fondos europeos de recuperación, pero también porque se va abriendo el mercado y el catálogo de vehículo enchufable es cada vez mayor, con una autonomía razonable y precios mucho más asumibles”, explica Jorge Ríos, CEO de Etecnic.

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<p>Gráfico: Empresas por la Movilidad Sostenible.</p>

Gráfico: Empresas por la Movilidad Sostenible.

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<p>Gráfico: Empresas por la Movilidad Sostenible.</p>

Gráfico: Empresas por la Movilidad Sostenible.

Proyectos en marcha

La compañía de Ríos se dedica a diseñar proyectos de ingeniería en los que se combina la instalación de surtidores eléctricos con placas solares y soluciones tecnológicas para gestionar las cargas y los sobrantes de energía de una forma eficiente. Uno de los que tiene ahora mismo en marcha posee ciertos parecidos con la estación de Reino Unido a pequeña escala. “Está en un polígono logístico de Tarragona. Consta de nueve cargadores de alta potencia que se van a alimentar con una instalación de 240 kW pico de producción fotovoltaica”, asegura.

Según el portavoz de Etecnic, un espacio de estas características tiene un coste aproximado de unos 600.000 euros, una inversión elevada que, por otra parte, es bastante inferior a la que podría suponer una estación de servicio tradicional, cercana al millón de euros. Aunque también explica que es posible tener una pequeña instalación con menor potencia por unos 40.000 euros.

“Además, las eléctricas tienen la ventaja de la modularidad: yo hoy contrato 100 pero mañana puedo aumentarlo a 200 sin tener que hacer un gran desembolso ni cambios muy drásticos”, añade Ríos. No obstante, en opinión de Francisco Casas, hay que tener antes muy en cuenta ciertas trabas. “Nos enfrentamos a barreras administrativas, de permisos, certificados, puntos de suministro, etc.”.

Aunque la que más hace replantearse la inversión en estos activos es la falta de clientes a corto plazo, que van a hacer deficitaria cualquier estación de recarga que se instale. “En el caso de las gasolineras tradicionales, el sector aún no ha recuperado las ventas anteriores a la pandemia, por lo que las empresas no están en muy buena situación para realizar inversiones de difícil amortización”, recuerda Víctor García.

A pesar de ello, muchos de los más de 7.400 puntos de recarga de acceso público que tenemos en España se encuentran en estaciones de servicio convencionales. Repsol es uno de los que está llevando a cabo estas inversiones en sus gasolineras. De momento cuenta con unos 350 cargadores entre España y Portugal, y su intención es llegar a 1.000 en 2024, instalando al menos un cargador cada 50 kilómetros. Una estrategia muy parecida a la que ha perfilado Naturgy, que quiere tener 1.100 puntos de recarga localizadas en estaciones de servicio colaboradoras y estaciones de gas natural vehicular, aprovechando infraestructuras ya existentes.

Aunque también están empezando a hacerse realidad grandes proyectos, como la estación de recarga que Endesa X y Eysa inauguraron en Madrid el pasado mes de enero. La que hasta el momento es la mayor electrolinera de España fue construida en 11 meses en colaboración con el Gobierno madrileño, y es capaz de suministrar energía al mismo tiempo a 46 vehículos.

Cuenta con 20 cargas ultrarrápidas que pueden tener la batería al 100% en una media hora. Y otras tantas plazas menos potentes que lo consiguen en unas dos horas. Para cubrir esos espacios de tiempo, la estación se ha situado cerca de un centro comercial con el fin de que los usuarios aprovechen para hacer la compra, utilizar sus servicios de restauración o realizar otras gestiones.

<p>Foto: Endesa. Estación de recarga que Endesa X y Eysa inauguraron en Madrid en enero. Hasta el momento, es la mayor electrolinera de España.</p>

Foto: Endesa. Estación de recarga que Endesa X y Eysa inauguraron en Madrid en enero. Hasta el momento, es la mayor electrolinera de España.

El problema de la interoperabilidad

Todo este cúmulo de empresas llevan tiempo invirtiendo en instalaciones para la recarga de vehículos eléctricos en espacios públicos, y han generado con su estrategia de negocio otro problema a nivel nacional que el Estado tendrá que resolver más pronto que tarde: la interoperabilidad de las estaciones.

Y es que la mayoría de los cargadores públicos que existen a lo largo y ancho del país, cada uno de su marca, solo funcionan si el usuario tiene instalada una app de pago en el teléfono móvil de esa misma marca. Es decir, si en un viaje largo necesitamos repostar en tres electrolineras de diferentes firmas cada una, el conductor necesitará tres apps en las que habrá tenido que cumplimentar religiosamente todos sus datos personales y bancarios.

“¿Por qué no podemos tener unos protocolos de pago similares a los de las estaciones de servicio tradicionales? ¿Por qué no podemos pagar con tarjeta o con efectivo como hemos hecho siempre? Necesitamos, además, plataformas capaces de darnos información en tiempo real de cada electrolinera de una manera más transparente: si está o no operativa u ocupada, saber cuáles son sus precios para poder elegir la que más nos conviene… Todo eso deberían ser ya realidades”, reflexiona May López.

Esta recuerda que Europa obliga a esa interoperabilidad, y que ha marcado una agenda que hay que cumplir y que obliga tener puntos de recarga rápida cada 60 km. “Solo queda un año para que 148 municipios reduzcan al mínimo sus emisiones como dicta la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Y, aun así, algunas de ellas todavía tienen paralizada la puesta en marcha de muchas de sus infraestructuras por motivos burocráticos”.

En este sentido, otros países de nuestro entorno nos tomaron la delantera hace mucho tiempo, Portugal incluido. Nuestros vecinos lusos han creado de inicio un sistema de recarga público y accesible como el que pedía Europa, en el que pueden repostar todo tipo de vehículo enchufables. “Y que ha servido para que los precios se autorregulen y no sea más caro cargar nuestro coche de electricidad que surtirlo de gasolina”, puntualiza López.

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