Los retos de las ‘apps’ antidesperdicio más allá de rescatar comida (I)
Tres tomates, un pepino, dos zanahorias, una batata, una cebolla, tres patatas, una pera, dos mandarinas, una manzana y un trozo de calabaza. Un colorido bodegón que ha ido a parar a mi bolsa de tela por solo 2,99 euros. Comprando este pack he librado de acabar en la basura a dos kilos de fruta y verdura de una tienda ecológica del barrio.
Completan mi bolsa de la compra por el mismo importe diez palmeritas, seis minicruasanes, tres churros, un hojaldre salado y un dónut. La aplicación móvil a través de la que he adquirido este pack sorpresa me indica que he ahorrado unos tres kilos de CO2 a la atmósfera.
En cuestión de media hora, con la ayuda de un smartphone, he salvado dos cestas de comida valoradas en un total de 18 euros, que habrían terminado con total seguridad en la basura de los respectivos comercios.
Y es que es necesario recordar que un tercio de los alimentos que se producen se desperdician. Del alimento que llega a la cadena de consumo, el 61% acaba en la basura de los hogares, el 26% en restauración y el 13% en distribución. Así lo estima la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Por esta razón, en este ‘Triángulo de las Bermudas’ están surgiendo algunas iniciativas basadas en tecnología (foodtech) para evitar que se siga extraviando tanto alimento.
La primera surgió en 2016, cuando un grupo de amigos al salir de un restaurante tipo buffet vio como los camareros se deshacían de toda la comida sobrante, tanto la que había quedado en sus propios platos como aquella de las bandejas que se había cocinado de más.
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“Fue una imagen que les impactó”, cuenta Carlos García, responsable de Comunicación de Too Good To Go, que explica cómo surge en Copenhague (Dinamarca) esta app antidesperdicio que une a comercios y restaurantes que generan excedente diario con ciudadanos que, a un precio más reducido, lo adquieren para consumir en sus hogares.
“Nos describimos como un modelo win-win. Ganan los establecimientos al no tirar esos productos y conseguir recuperar parte de esa inversión; gana el usuario, que está adquiriendo comida de calidad en perfectísimo estado a un precio mucho más reducido, con ahorros de casi el 70% de su valor, y gana el planeta, porque entre todos estamos consiguiendo evitar ese desperdicio”, señala García.
Es lo que se conoce como ‘salvar’ comida y, aunque Too Good To Go es la pionera, no es la única app con esta misión: Phenix y la zaragozana Encantado de Comerte han ido copando el mercado.
Con sus pequeñas diferencias, en estas tres aplicaciones móviles el usuario puede encontrar los establecimientos geolocalizados que ofrecen packs o cestas que salvar, para que puedan acudir al más cercano a su posición, así como las unidades que tienen disponibles para recoger ese día, y el horario en el que se debe acudir al comercio. También el precio reducido al que se queda el pack y el original, para poder cuantificar el valor real de los alimentos que se compran y su descuento.
Ofrecen una puntuación media de satisfacción de otros clientes; permiten guardar en favoritos los comercios preferidos y recibir alertas cuando sacan a la venta nuevas cestas, o apadrinar a otros usuarios para que se unan a la comunidad a cambio de una compensación económica.
Los packs que se adquieren son sorpresa, es decir, se desconoce de antemano los productos que va a contener, precisamente porque se trata del excedente sobrante cada día. No obstante, sí se especifica en la descripción de cada establecimiento qué tipo de alimentos puede incluir: bollería, platos preparados, fruta y verdura, etc.
En estas 'apps' el usuario puede encontrar los establecimientos geolocalizados que ofrecen packs que salvar, así como las unidades que tienen disponibles para recoger ese día, y el horario en el que se pueden acudir al comercio.
Las cifras del éxito
A este nuevo modelo de negocio, que une a distintos agentes de la cadena alimentaria contra el desperdicio, lo avalan las cifras. Too Good To Go está presente en 17 países, incluido España, donde suma 15.000 comercios y más de 5 millones de usuarios que han salvado en cuatro años más de 10 millones de packs de comida. Los españoles han ahorrado unas 22.500 toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones que pueden producir unos 4.400 aviones dando la vuelta al mundo, según los datos de la startup.
Pero llegar a crear esta comunidad supuso abrir muchas puertas de bares, cafeterías, comercios…: “Después de visitar varios establecimientos ninguno se atrevía a dar el paso porque producía miedo ser el primero, pero fue sumarse uno y poco a poco empezaron a llegar los demás, teniendo una acogida muy positiva”, narra García, recordando el primer “sí” que les dio un restaurante en el madrileño barrio de Chueca.
Pero además de pymes, la aplicación danesa tenía el objetivo de incorporar en España supermercados con excedente diario de alimentos. Fue aquí cuando se unió la cadena de distribución Masymas, presente en Asturias, León, Comunidad Valenciana, Murcia, Córdoba y Jaén.
“Too Good To Go quería empezar con una empresa que no fuera muy grande, pero nacional y que tuviese cierta trayectoria en sostenibilidad”, explica Romina Fernández, encargada del departamento de Gestión del Grupo Masymas, y “nos pareció que podía ser una solución para evitar el desperdicio de alimentos al final del día y, además, ¡no teníamos nada que perder!”.
“Ganan los establecimientos al no tirar esos productos y recuperar parte de la inversión; gana el usuario, que compra comida de calidad y en buen estado a un precio más reducido, y gana el planeta, porque entre todos logramos evitar ese desperdicio”, Carlos García.
Así arrancó un proyecto piloto en algunos de sus centros de Asturias y León que por sus buenos resultados se extendió al 100% de los supermercados de estas ciudades, que suman actualmente 54 establecimientos adheridos a la aplicación, y cerca de 100.000 packs salvados, el equivalente a 248 toneladas de CO2.
En su expansión, empresas de distribución de la talla de Carrefour o Alcampo, así como las cadenas de panaderías/pastelerías de Tim Hortons, Santagloria, Granier o Levaduramadre utilizan este tipo de aplicaciones antidesperdicio para vender su merma al final del día.
La tecnología como aliada
El caso de Phenix es significativamente diferente. Se trata de una empresa que ofrece distintas soluciones tecnológicas para luchar contra el desperdicio alimentario. Nació en Francia en 2014 cuando sus creadores, que provenían del mundo de la empresa y las finanzas, decidieron dar un giro a sus trayectorias ‘clásicas’ para generar impacto social y medioambiental.
Aunque cuenta igualmente con una app antidesperdicio para los usuarios, su principal negocio (el 80% de la facturación) consiste en potenciar las grandes donaciones de alimentos que generan los más importantes supermercados a los bancos de alimentos y organizaciones sociales. “Damos solución a un desperdicio que, además, es un coste para las empresas -transporte, reciclaje, destrucción…- y ofrecemos una oportunidad, desviando todos los excedentes de la industria, tanto de fabricantes como distribuidores, hacia las entidades sociales”, explica el country manager de Phenix, Jean Baptiste.
Se trata, por tanto, de convertir un coste en un beneficio para todos. Según datos de Phenix, estas mermas suponen una pérdida de entre un 1 y un 2% de la facturación de los grandes grupos de supermercados. Esta startup hace de intermediaria para gestionar este stock y que la empresa obtenga incentivos fiscales de hasta un 40% a través de la donación.
El principal negocio de Phenix consiste en potenciar las grandes donaciones de alimentos que generan los supermercados a los bancos de alimentos y entidades sociales. Foto: Phenix.
Precisamente el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, aprobado en junio de este año, apuesta por la donación como principal arma para descender, tanto las cifras de residuos alimentarios, como las de las colas del hambre.
Esta nueva regulación, pionera en España y casi en Europa al ser el tercer país en contar con una ley de este tipo, tras Francia e Italia, se ve entre las apps antidesperdicio como una “superbuena noticia”, indica García. El representante de Too Good To Go cree que esta ley beneficiará a todos, porque reforzará su misión de generar impacto social y los distribuidores podrán encontrar en estas aplicaciones una vía para cumplir con la norma.
La ley que “es una oportunidad de poder seguir demostrando como país el compromiso que tenemos en torno a problemas globales como puede ser el desperdicio de alimentos”, explica García, “tiene mucho margen de mejora”. Dos de los puntos donde reclama más dureza son la prevención y la obligatoriedad de crear lineales en los establecimientos con productos con fechas de consumo próximas a su caducidad, que aparece en el proyecto de ley como una recomendación.
El caso de la prevención Phenix lo ve más complejo, porque “como sociedad estamos acostumbrados a llegar a las 20:00 horas al supermercado y que las estanterías estén llenas de alimentos”. Es más, “el excedente existía, existe y existirá”, subraya Baptiste.
El problema, explica, es cuando la merma es pequeña y no compensa su donación, por sus costes asociados de logística y distribución. “Cuando tienes stock en grandes cantidades es relativamente fácil de enviar por palés o por cajas a las asociaciones, pero cuando se trata de un punto de venta pequeño, que tiene un excedente por goteo cada día, es muy complicado; para una entidad social no vale la pena desplazarse para ir a buscar cuatro cruasanes y dos barras de pan, por ejemplo”.
Es aquí cuando las apps antidesperdicio tienen un papel complementario a las donaciones. “Antes venía una vecina que se llevaba la comida que nos sobraba a la parroquia, pero con el coronavirus dejó de venir. Tirar la comida me sabe mal, así que me uní a Too Good To Go”, explica Marta, la dueña de la pequeña cafetería madrileña llamada Livanda, donde salvamos uno de los packs sorpresa para la elaboración de este reportaje.
El proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario apuesta por la donación como principal arma para descender, tanto las cifras de residuos alimentarios, como las colas del hambre.
La comunidad de luchadores
Con cerca de un millón de seguidores en redes sociales, diez millones de descargas en Android y número uno en la categoría de Alimentación en iOS, Too Good To Go es la app antidesperdicio con mayor cuota de mercado en España.
Esta ha logrado generar un movimiento al que ha bautizado como Waste Warriors (Guerreros contra el desperdicio), que no solo salva comida a través de su tecnología, sino que se involucra en el problema del desperdicio de alimentos, pasando de sentir culpa por desperdiciar alimentos o vergüenza por comprar ‘desperdicio’ a orgullo de rescatar comida, publicando incluso en redes sociales los packs salvados o las recetas de aprovechamiento preparadas.
“En España, hasta hace poco el llevarte la comida que te había sobrado de un restaurante se veía mal por la exposición pública. En EE.UU., donde he vivido mucho tiempo, esto se hace con normalidad”, explica Estela Díaz, profesora e investigadora en la Universidad de Comillas y coautora del estudio Mirada cualitativa del desperdicio alimentario en Madrid.
“Los investigadores del estudio creemos que sigue habiendo un estigma social al aprovechamiento excesivo de los recursos; es como demostrar que no eres solvente. Por eso creemos que el futuro prometedor de estas aplicaciones debe ir ligado a reforzar mucho argumentos como el cuidado del medio ambiente, la generación de comunidad, e incluso el compartir hobbies o conocer gente, para terminar con ese estigma”.
De momento, el 53% de los encuestados del reciente estudio Comportamientos Sostenibles. De la intención a la acción, elaborado por Impact Hub e Inop Insights, afirmaba conocer este tipo de aplicaciones para salvar comida y, de ellos, un 19% las ha utilizado en alguna ocasión. En estos casos, el 60% indicaba que la razón para tomar parte de esta iniciativa era principalmente que les parecía una buena idea para no desechar comida y aprovecharse, además, de una oferta de precio.
Y si bien el leimotiv de estas aplicaciones es social y medioambiental, también es cierto que el precio subyace como argumento de peso para adquirir estos packs entre los usuarios, cuestión que puede derivar en un mayor consumismo o en el desplazamiento del desperdicio en la cadena alimentaria, además de otros retos a los que se enfrentan este tipo de aplicaciones como el dejar fuera de juego a las personas más vulnerables. Pero de todo ello hablaremos próximamente en la segunda parte de este reportaje.