La difusión de la lengua y de la cultura como vehículo de integración: La experiencia china

HAZ1 septiembre 2009

La sociedad china ha comenzado a concienciarse progresivamente del valor del idioma español, ya no sólo como lengua de comunicación, sino como activo y utilísimo recurso para propiciar la integración en un cada vez más complejo y competitivo mercado laboral. La directora del Instituto Cervantes de Pekín nos comenta en este artículo el papel que juega la difusión de la lengua para impulsar el conocimiento mutuo y reforzar los vínculos entre los dos países.

Nos parece aún lejana, pero sin embargo China está más cerca de lo que pensamos: de hecho, siempre ha estado presente de alguna manera entre nosotros. Entre los siglos XVI y XIX mantuvimos una relación fluida y continua a través de Filipinas. Hubo intercambio de productos, trocamos mantones bordados y porcelana por plata americana, llegaron aquí viajeros y misioneros españoles y hasta se fraguó algún que otro descabellado plan de conquista del Imperio del Medio. Aunque esos primeros contactos directos entre España y China no implicaron la difusión ininterrumpida de las culturas o de las lenguas en el otro país, los primeros sinólogos y conocedores españoles –Martín de Rada, Gaspar de la Cruz, Juan Cobo, Miguel de Loarca, Bernardino de Escalante, Juan Bautista Román, Diego de Pantoja, por citar sólo a algunos de ellos– dejaron un destacado testimonio de escritos sobre China. Juan González de Mendoza, aun sin llegar nunca a pisar este país, publicó un libro que resultó un gran éxito de ventas, reeditado en casi sesenta ocasiones en menos de un siglo y traducido a casi todas las lenguas occidentales: Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres del gran Reino de la China. Y es bien conocida ya la chispa clarividente de Miguel de Cervantes al mencionar en la segunda parte del Quijote cómo el gran emperador de China quería fundar un colegio de lengua castellana.

Vemos por este ejemplo, bello y además no aislado, que China, a través de su cultura, su filosofía o literatura, sedujo también a autores que se expresan en español, desde Cervantes a Blasco Ibáñez, Neruda, Octavio Paz, Cortázar, Borges, Alberti, Ferrero, Marsé o Vila-Matas.

Superando la apariencia de lejanía, los persistentes clichés exóticos o la sensación de desconocimiento, nos corresponde ahora «volver» a China, si es que alguna vez nos acabamos de ir del todo. Nuestras instituciones y sociedades civiles se han reconocido en esa gran voluntad de acercamiento.

Nos une, sobre todo, un importante lazo común: el hecho de que utilicemos dos de las lenguas más habladas en el planeta. El Instituto Cervantes ha cumplido por su parte con el famoso compromiso, y ese «colegio español» que reclamaba con urgencia «el grande emperador de la China» en una carta «en lengua chinesca» abrió sus puertas en Pekín en julio de 2006. Al mismo tiempo, los Institutos Confucio refuerzan día a día su presencia en España. Por tanto, el momento no puede ser mejor, dada la gran necesidad que tenemos de promover y de impulsar el conocimiento de nuestras lenguas como vehículo que propicia el conocimiento del otro: apremia contar con profesionales bilingües, jóvenes con formación plural que conozcan con verdadera profundidad ambas lenguas y culturas.

El Instituto Cervantes abrió sus puertas en Pekín en julio de 2006.Una serie de hechos objetivos recientes han contribuido a reforzar esa demanda creciente de expertos bilingües: China celebró en el 2008 los Juegos Olímpicos de Pekín, mientras que Shanghai será sede de la EXPO en el 2010; ambos son indiscutibles puntos de inflexión que acompañan la progresiva irrupción de China como uno de los países protagonistas de este siglo XXI.

Evidentemente, el interés por el español en China está directamente vinculado al potencial de las relaciones con España y con la América de habla hispana, a la importancia que para China tiene el comercio o la cooperación con estos países y a la consecuente necesidad de formación de interlocutores.

También la proyección turística que se está produciendo en ese contexto triangular –España, Hispanoamérica, China– pone de manifiesto una creciente sensibilidad por conocer con mayor profundidad la cultura y la realidad del otro. Todos estos factores han disparado la demanda de directivos,gestores, profesores, intérpretes, traductores, técnicos, guías, etc., que dominen el chino y el español y que tengan una formación multidisciplinar.

La sociedad china ha comenzado a concienciarse progresivamente del valor del idioma español, ya no sólo como lengua de comunicación, sino como activo y utilísimo recurso para propiciar la integración en un cada vez más complejo y competitivo mercado laboral. Como consecuencia de esto, el español ha pasado en este último lustro de estudiarse en apenas 25 centros universitarios a cerca de 50, al tiempo que esa creciente necesidad de formación en el idioma español tiene una repercusión directa en el florecimiento de centros de iniciativa privada, sobre todo en Pekín, Shanghai, Guangzhou y otras grandes ciudades.

Por otra parte conviene mencionar que se está consolidando la recuperación del idioma español en la enseñanza secundaria.

El español se impartió entre los años 60 y 70 en China en escuelas primarias y secundarias, aunque posteriormente se interrumpió su enseñanza a ese nivel. En el curso 2008-2009, doce centros imparten español en secundaria obligatoria y bachillerato a más de 1.000 alumnos –de los cuales casi un 40% estudia español como primera lengua extranjera–. La Consejería de Educación, establecida a principios de 2005, tiene entre sus prioridades desarrollar un programa a medio plazo para introducir departamentos de español en las escuelas secundarias de lenguas extranjeras en los que la primera lengua extranjera no es el inglés.

El programa piloto se lanzó ya en dos centros en el curso 2007-2008. Se pretende también que esos departamentos deriven en secciones bilingües dentro de algunos centros de excelencia, introduciendo algunas asignaturas de secundaria en español, de cara a obtener la doble titulación.

Según un reciente estudio del profesor Lu Jingsheng (Informe sobre el desarrollo educativo de las lenguas extranjeras en universidades; Editorial de Educación de Lenguas Extranjeras de Shanghai, diciembre de 2008) se calculan actualmente en China unos 5.000 alumnos universitarios oficiales de español en todo el país (cifra que incluye estudiantes de licenciatura, posgrado y doctorado).

Pero el mencionado informe confirma que se está consolidando en los últimos años un nuevo nicho formado por alumnos adscritos a academias privadas de reciente creación y, también, en calidad de oyentes en universidades públicas y privadas, elevando ya la cifra de estudiantes de español a más de 10.000 en todo el país. Esto supone un aumento considerable comparado con los 1.500 alumnos que se calculaban en el 2000 y con los 6.000 que se detectaron en 2005, aunque objetivamente siguen siendo cifras muy limitadas. Se calculan más de 40.000 estudiantes matriculados en francés y unos 30.000 de alemán. Esos idiomas, además de impartirse oficialmente como especialidades universitarias, como segunda lengua extranjera o enseñanza secundaria en muchos más centros que el español, cuentan desde hace años con un profundo arraigo popular en la formación no reglada.

Todavía nos queda un largo camino por recorrer, pero es importante insistir en que ya se detecta claramente en China una creciente concienciación del valor y de la importancia del español.

LA PRESENCIA DEL INSTITUTO CERVANTES EN CHINA. Uno de los objetivos estratégicos que se ha impuesto la política exterior española para este siglo XXI pasa por conseguir una mayor presencia en esta zona de Asia y, muy concretamente, en China. Consciente de la necesidad de acercamiento, la administración española ha consolidado iniciativas encaminadas a optimizar el conocimiento entre ambas partes. Pruebas de ello han sido la creación del consorcio Casa Asia en 2002, la apertura del Instituto Cervantes de Pekín en 2006, la creación de una Biblioteca Miguel de Cervantes en Shanghái en 2007 o el lanzamiento de Año de España en China 2007-2008, proyecto en el que se implicaron numerosas instituciones, organismos públicos y también el mundo empresarial; sumemos a estos esfuerzos la progresiva ampliación de la oferta de becas en dirección bilateral de la mano de la AECID o del ICEX, así como de empresas y fundaciones diversas, sensibles a esa pujante demanda de profesionales.

La implantación del Instituto Cervantes en China ha contribuido a reforzar el diálogo con instituciones académicas, docentes y culturales locales, con el objetivo de concretar acuerdos de colaboración y desarrollar proyectos de mutuo interés.

El Instituto Cervantes de Pekín, a través de una oferta variada de programas de formación –clave para el desarrollo–, ajustados a las necesidades concretas detectadas, atrae a un colectivo cada vez mayor de personas interesadas en conocer más el idioma y esa cultura compartida por una veintena de países. Se ha hecho especial hincapié en la formación de docentes, importantísimo factor multiplicador para la difusión del español en todo el país. Merece la pena destacar aquí el gran apoyo mostrado por las autoridades chinas al proyecto cervantino, coronado por la reciente visita del primer ministro Wen Jiabao a la sede central del Cervantes en Madrid, la única institución de este tipo incluida en su último viaje a Europa Occidental.

La implantación del Instituto Cervantes en China ha contribuido a reforzar el diálogo con instituciones académicas, docentes y culturales locales.

La presencia del Instituto Cervantes en China pretende servir y ser útil como puente intercultural entre nuestros continentes. Como institución con instalaciones permanentes ancladas en el país, queremos contribuir a paliar lo que pueda quedar de ese circunstancial desconocimiento mutuo propio del pasado, convertirnos en un viaje de ida y vuelta en el que las dos partes salgan beneficiadas, donde nuestros profesores no sólo enseñen español, sino que también se enriquezcan con su experiencia en este país y divulguen la cultura del otro, y que nuestros alumnos se involucren, como valiosos transmisores naturales de lo que significa la cultura en español. Queremos seguir trabajando estrechamente con instituciones locales y construir entre todos un proyecto basado en la colaboración, con vocación de servicio en una y otra dirección. Y pretendemos conseguirlo implicando interlocutores de ambas partes en iniciativas que resulten de interés común.

Para alcanzar estos objetivos resulta fundamental fortalecer la sinergia entre diversas instituciones y organismos españoles, así como el apoyo de empresas conscientes de que en la sociedad global actual ya no resulta posible mantener la antigua dicotomía entre el mundo empresarial y el compromiso con la cultura, con la formación –clave de desarrollo– y con la inserción de las nuevas generaciones en el mercado laboral. Quisiera destacar finalmente nuestra estrecha cooperación con el ICEX en materia de formación, así como el programa que ha desarrollado el Instituto Cervantes de Pekín dirigido a aquellas empresas que desean involucrarse directamente en el proyecto cervantino, sus objetivos y sus valores.

Destaca, dentro de este programa, la colaboración con estas empresas (Telefónica, Alsa, Banco de Santander, BBVA y Torres) para ofrecer formación e información sobre España y de la comunidad de países hispanohablantes dirigida a su colectivo de personal, a sus socios o clientes; también la posibilidad de acceder desde la lengua china a una plataforma de aprendizaje por Internet del AVE (Aula Virtual del Español),capaz de llegar a todos los puntos del país; o el lanzamiento, de la mano de estas empresas comprometidas con nuestra institución, de un ambicioso programa de formación dirigido a profesores y alumnos de universidades locales. Todas estas acciones no serían viables sin la estrecha simbiosis con las empresas asociadas y coincide plenamente con los principios que promulga Revista Haz, a cuyos promotores quisiera desde aquí hacer llegar mi más sincera felicitación y desearles el éxito más completo.

POR INMA GONZÁLEZ PUY Directora del Instituto Cervantes de Pekín
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