Innovadores modelos educativos quieren ir al colegio
Ahora que el curso escolar está a punto de acabar parece buen momento para que los colegios empiecen a plantearse nuevas estrategias de enseñanza para las promociones venideras. Hay diversas opciones que barajar, entre ellas la que plantea la red de emprendedores sociales Ashoka con su línea Escuelas Changemaker.
Se trata de una red mundial de colegios de primaria y secundaria que no sólo enseñan a sus alumnos las materias habituales, sino que los educan en habilidades útiles para su vida como la empatía, el trabajo en equipo la creatividad, el liderazgo y la resolución de problemas. Y, además, que comparten su modelo educativo con otros centros.
“No es un premio ni un ranking. Lo que estamos haciendo es crear un pequeño pero influyente grupo de escuelas que sirva para que distintos centros educativos se puedan ver reflejados e inspirar así un cambio más sostenible”, explican desde Ashoka.
En estos momentos hay más de 200 Escuelas Changemaker, y siete de ellas están en España: el Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Ramón y Cajal, de Alpartir (Zaragoza); el CEIP La Biznaga, de Málaga; el Institut de Sils, en Sils (Girona); la Escuela O Pelouro, de Pontevedra; el CEIP Amara Berri, en San Sebastián; la Escuela Sadako, de Barcelona, y el centro educativo Padre Piquer, de Madrid.
“Buscamos escuelas que tengan un plan centrado en educar a personas que sean activas en su entorno y que tengan ganas de transformarlo; que sean motor de cambio para cambiar el modelo educativo tradicional y que ayuden a otros centros a transformarse, en esa dirección”, enumera David Martín, director de Educación y Jóvenes de Ashoka España.
En su opinión, “también es importante implicar a las familias para que participen en el proyecto; que se promuevan aprendizajes activos; rediseñar los espacios de aprendizaje para favorecer la cooperación, la experimentación… aunque nuestro foco no está centrado en lo metodológico, sino en la esencia, en el por qué lo hacen”.
Martín además asegura que se ha extendido la creencia de que las Escuelas Changemaker venden una metodología nueva. “Eso está muy bien, pero nosotros buscamos algo más cultural, que impregne a todos los agentes implicados: a la relación entre alumnos y docentes, a la participación de las familias…”.
El objetivo es crear un equipo de trabajo de unas 600 escuelas en todo el mundo en los próximos tres años, de las cuales unas 20 estarán en España. “Éstas deben reflejar distintas realidades del ecosistema educativo. Aspiramos a tener escuelas en todas las comunidades autónomas, demostrar que esto se puede hacer en cualquier territorio y en cualquier tipo de escuela, ya sea rural o en ciudad, pública o privada, con 30 alumnos o con 1.500”, explica el responsable de Ashoka.
La siguiente fase se centrará en diseñar entre todas los miembros de la red “una especie de lobby que inspire a otras escuelas y que sirva para hacer cambiar el sistema establecido. Y mediremos el impacto a través de una rigurosa investigación académica con el fin de demostrar no sólo que en estas escuelas no se aprende menos, sino que se adquieren otros conocimientos que hoy por hoy no se evalúan académicamente y que también son importantes”, explica Martín.
En un evento reciente, Ashoka reunió a docentes, padres y alumnos de cada uno de sus proyectos para poner en valor los efectos de sus respectivos proyectos educativos. Los colegios localizados en pequeños pueblos, como el Ramón y Cajal de Alpartir, en los que hay pocos estudiantes por la baja densidad de población joven, cambiaron su estrategia con el fin de no perder alumnos por el camino del aprendizaje y de formar ciudadanos críticos y responsables que sean capaces en un futuro de dinamizar la actividad de la región en la que ahora viven.
Además, es un aliciente para evitar la constante rotación de profesores, uno de los grandes problemas de los centros de la zona rural. “Tenemos un plan de acogida para docentes. Les explicamos el proyecto educativo para ver qué pueden aportar. Que venga gente nueva siempre es enriquecedor”, comentó el director del Ramón y Cajal, Juan Antonio Rodríguez, durante su intervención en el acto celebrado por Ashoka.
Por su parte, desde el Institut de Sils abogan por basar la educación en el impacto y la experiencia. “Es mejor ir a un geriátrico y conocer en primera persona esa realidad que escuchar en la clase de ética lo importante que es cuidar de nuestros mayores”, aseguró Anabel Ruiz, alumna del centro.
También contó su experiencia Mercè Rivas, madre de una de las estudiantes de este instituto, que tiene otra hija en otro centro educativo más convencional y comentó las diferencias existentes entre ambos casos: “La que va al Institut de Sils tiene un sentimiento de pertenencia que no tiene la otra. Lo mejor que se va a llevar del centro es el trabajo en equipo, relacionarse con gente diferente y aprender de ellos”.
Incentivando al profesorado
Uno de los aspectos más importantes para mejorar la calidad de la enseñanza es el de contar con un personal docente motivado que invite (y no obligue) a sus alumnos a rendir a nivel académico. Para ello, algunas instituciones han puesto en marcha diversas acciones para incentivar los cambios positivos en el aula, como la Fundación Atresmedia.
En 2013, Año de la Educación, esta entidad creó el programa Iniciativas que educan, que tenía como objetivo impulsar la excelencia educativa y promover y difundir aquellas propuestas o modelos de actuación que lograran esta premisa. Éste estaba dirigido a centros de enseñanza, alumnos, familias, empresas, organismos públicos, ONG y fundaciones.
“Durante los dos primeros años se mantuvo la convocatoria abierta a todos esos colectivos, que edición a edición mostraron su compromiso con la mejora educativa. En 2015, con el objetivo de seguir reconociendo la figura del buen profesor, decidimos centrar los premios a las buenas prácticas desarrolladas por docentes y centros de enseñanza”.
“Conscientes del potencial de nuestros profesores, la convocatoria pasó a denominarse Grandes profes, grandes iniciativas, y desde entonces premia las mejores iniciativas en valores, de éxito y aquellas que cambian el aula”, explica Carmen Bieger, directora de la Fundación Atresmedia.
En los últimos días se han fallado los premios de la última edición, que serán entregados el 9 de junio, entre los cuales destacan varios proyectos de corte social. Un ejemplo es el de CervantesTV, una televisión escolar promovida por el CEIP Miguel de Cervantes (Valladolid) en colaboración con los alumnos del módulo de Formación Profesional de Imagen y Sonido del IES Vega del Prado. Éste ha servido, entre otros menesteres, a facilitar la inclusión de alumnos con problemas de audición.
Otro de los proyectos sociales premiados ha sido Cinco minutos que suman, del Parque Colegio Santa Ana (Valencia), que invita a los alumnos a reflexionar sobre temas diversos relacionados con los valores, aportados por el profesorado cinco minutos antes del comienzo de la clase.
“Hemos seguido la trayectoria de anteriores ganadores y hemos comprobado que las propuestas premiadas siguen gozando de excelente salud”, apunta Carmen Bieger.
La directora de la Fundación Atresmedia añade: “Todos los proyectos que se han presentado en las tres ediciones atienden a determinados criterios. Tres de ellos, hacen especial hincapié en lo que se debe esperar de una práctica educativa consolidada y de éxito: la eficacia, demostrando un impacto educativo positivo y verificable; la sostenibilidad, que se refiere a esos resultados que pueden mantenerse en el tiempo y sus efectos son duraderos; y tenga posibilidad de réplica en otros centros, que sirvan de modelo para el aprendizaje por otros agentes. Todos los ganadores cumplen escrupulosamente estos criterios. Si no, no hubieran sido premiados”, concluye.
Estamos especialmente orgullosos de tener en nuestras III Jornadas «Educar para Ser» a cuatro de las escuelas que mencionáis en el artículo, además de Ashoka. la divulgación y el apoyo a estas escuelas, así como el compromiso por parte de toda la sociedad por el cambio educativo es esencial. Muchas gracias.