Las nuevas fronteras de la filantropía

La actividad filantrópica hoy debe asumir desafíos múltiples. Para ello es necesario trabajar en dotarla de una infraestructura de apoyo que permita catalizar una mejora continua en el sector, estableciendo estándares para los donantes y las organizaciones de la sociedad civil, promoviendo nuevos enfoques y abogando por mejores políticas que tengan impacto real en las personas y sus comunidades.

En el contexto actual se ve el surgimiento de una «nueva frontera» de la filantropía y la inversión social, que difiere de aquella del siglo XX en varias formas.

Esta nueva frontera, habla de una filantropía más diversa, involucrando una variedad más amplia de instituciones, instrumentos y fuentes de apoyo, y así también, más emprendedora, porque va más allá del “otorgamiento” o de la entrega de recursos, para capturar las posibilidades de un mayor apalancamiento que se obtiene al adoptar una orientación de inversión, centrándose más en resultados medibles y en devoluciones tangibles.

Por otra parte, existe una filantropía que se hace cargo de problemas más globales y atractivos a escala internacional, con modelos de aplicación desarrollados en entornos transnacionales, y, además, más colaborativa, porque interactúa explícitamente no solo con un amplio sector de la sociedad civil, sino que también con nuevas empresas sociales y con una amplia gama de instituciones financieras privadas y agencias gubernamentales.

Pero nada de lo anteriormente dicho significa que el camino a seguir esté libre de obstáculos. Por el contrario, aún quedan desafíos importantes. Estos obstáculos adoptan distintas formas, que son especialmente importantes de reconocer y, en última instancia de enfrentar, tales como:

  • Las implicaciones normativas potenciales de las nuevas fronteras.
  • La medición del impacto social.
  • La naturaleza boutique del campo de inversión de impacto social.

A primera vista, las noticias sobre la filantropía son buenas. Según un informe reciente de la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, es probable que el potencial de expansión se amplíe prodigiosamente en los próximos 12 años, especialmente en el sur del mundo.

Por otra parte, el Instituto Brookings estima que la clase media mundial podría aumentar en 2.400 millones de personas hacia el año 2030 y que sus gastos podrían casi duplicarse, pasando de 34 billones de dólares a 64 billones durante el mismo período.

Esta nueva realidad crea enormes oportunidades para la filantropía, por lo que queda ver qué tan bien está posicionado el campo para explotarla a plenitud.

El Instituto Brookings estima que la clase media mundial podría aumentar en 2.400 millones de personas hacia el año 2030 y que sus gastos podrían casi duplicarse.

La infraestructura filantrópica

Está la paradójica realidad de que casi todos los gobiernos ­—incluidos aquellos que han adoptado las políticas más restrictivas— están tratando activamente de promover la filantropía. Esto se debe a que han reconocido que la actividad es capaz de proporcionar recursos específicos de manera que sean receptivos en las comunidades, ágiles en contextos cambiantes, innovadores y de confianza para el público.

En resumen, hay una tendencia creciente a que la política de un gobierno promueva la filantropía que respalde su propia agenda, mientras que, a la vez, desalienta a aquella que la desafía.

Como tal, las organizaciones de infraestructura (philanthropy support organizations), quizás más que cualquier otra en la sociedad civil, enfrentan un difícil acto de equilibrio. Por un lado, podrían decidir que tratar de rechazar las políticas regresivas que limitan el alcance y la independencia de la filantropía y la sociedad civil es crucial para la sostenibilidad a largo plazo del sector.

Pero, por otro lado, pueden sentir que hacer esto pondría en peligro su propia existencia y quizás la de sus miembros, beneficiarios o partes interesadas, y que mantener la capacidad es la prioridad, ya que muchas tienen que pisar una línea muy delicada para equilibrar estos dos enfoques. Para algunos, esto significa desarrollar relaciones de confianza con los funcionarios gubernamentales y favorecer la defensa privada en lugar de la pública.

En este contexto se ve en todo el mundo cada vez más instituciones que crean las condiciones para un entorno favorable para que las organizaciones filantrópicas cumplan su misión y alcancen su potencial. Brindar una voz colectiva necesaria a la filantropía, ya sea a nivel nacional, regional o global, y ayudarlas a proporcionar una respuesta ‘deliberada’ a los ataques y proporcionar recursos para resistir las restricciones o mejorar el marco regulatorio es parte de su objetivo. Es este entorno positivo lo que se llama infraestructura filantrópica. Las organizaciones que trabajan en esta infraestructura filantrópica pueden ser redes, asociaciones de miembros, instituciones académicas u organizaciones de apoyo profesional, entre otras.

Las organizaciones de infraestructura filantrópica crean soporte al desarrollar capacidad, competencias, conexión y credibilidad.

Su trabajo también puede ser interpretado de acuerdo con la clasificación propuesta por la herramienta 4Cs, desarrollada por Wings y Dafne, que sirve tanto para evaluar, como de marco habilitante para que las organizaciones de apoyo a la infraestructura filantrópica planifiquen y evalúen el aporte de su trabajo.  La herramienta 4Cs incluye:

  •  Capacidad: desarrollar recursos.
  • Habilidad (capability): desarrollar habilidades, conocimiento y expertise.
  • Conexión: crear relaciones.
  • Credibilidad: construir reputación, reconocimiento e influencia.

Las organizaciones de infraestructura filantrópica crean, por tanto, soporte al desarrollar capacidad, competencias, conexión y credibilidad.

Medición de los cambios

La necesidad de desarrollar este marco habilitador para que las organizaciones de infraestructura lo utilicen para medir los cambios en el campo en el que están trabajando es urgente.  Sin embargo, la infraestructura de la filantropía a menudo no cuenta con fondos suficientes y es poco reconocida por su valor, pese a que juegan un papel importante en convocar, generar redes, intercambiar aprendizaje de buenas prácticas, así como proporcionar un foro para la acción en pos de un propósito común.

El acto de juntar las bases puede crear un círculo virtuoso en que las conexiones refuerzan aún más la capacidad de las organizaciones filantrópicas tanto individualmente como colectivamente.

Las organizaciones de apoyo construyen el perfil del campo, mejorando el entendimiento y estatus con los gobiernos y la sociedad en general. Esto a menudo implica actuar en nombre de la filantropía para difundir los logros y abogar por un apoyo legal y entorno fiscal.

Estas organizaciones sirven principalmente a los siguientes públicos: organizaciones no gubernamentales, empresas o iniciativas empresariales, individuos de alto nivel patrimonial y familias.

En pocas palabras, esta es la razón por la cual las organizaciones de infraestructura son y seguirán teniendo un papel tan relevante. Son un catalizador para la mejora continua en el sector, estableciendo estándares para los donantes y las organizaciones de la sociedad civil, promoviendo nuevos enfoques y abogando por mejores políticas.

La distribución de las organizaciones de infraestructura filantrópica es altamente desigual en todo el mundo, con una importante concentración de instituciones en la parte norte del mundo.

Los datos indican que la distribución de las organizaciones de infraestructura filantrópica es altamente desigual en todo el mundo, con una importante concentración de instituciones en la parte norte del mundo, además de presentar una enorme variación en el tamaño de los recursos disponibles. El presupuesto más pequeño que se comenta en los estudios es de 58.000 dólares y el mayor de 42 millones.

Hoy América del Norte representa casi el 80% del gasto en infraestructura de filantropía y sus instituciones tienen el presupuesto medio más alto en comparación con otras regiones.

Son justamente estas variaciones las que justifican el fortalecimiento de la infraestructura de filantropía en los lugares donde más se necesita, teniendo en cuenta que las mismas son tanto una causa como un efecto de la madurez de la filantropía institucional.

Es importante avanzar puesto que las organizaciones de infraestructura filantrópica, además, están a la vanguardia de la promoción de la transparencia en muchas naciones en el concierto internacional.

El trabajo del Centro de Fundaciones en la Plataforma de Filantropía SDG es un ejemplo reciente y particularmente destacado. Sin embargo, el aumento de una big data sobre filantropía y la tendencia entre algunos de los donantes más ricos hacia enfoques basados ​​en datos (particularmente entre los defensores del altruismo efectivo) podría amenazar a ciertas organizaciones y enfoques que no están listos o no tienen la capacidad de participar de actividades que no se prestan a la medición de impacto.

En este entorno, las organizaciones de infraestructura tienen la doble tarea de ayudar a los miembros y las partes interesadas a cumplir con estándares cada vez más altos de transparencia, al tiempo que educan a los donantes sobre el valor de los enfoques más tradicionales (y menos medibles).
 

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