Las bicicletas no son solo para el verano

Existen multitud de propuestas solidarias, de acción social y de conciencia medioambiental que tienen como protagonista a este vehículo de dos ruedas, y que aporta no solo un desplazamiento más rápido y limpio, sino también oportunidades laborales a personas en riesgo de exclusión. Y es que, como decía Fernando Fernán Gómez, las bicicletas no son solo para el verano.

Para muchos de nosotros, la temporada estival lleva asociada la imagen de una bicicleta: desde aquellas que recorrían las calles de Nerja, y que veíamos desde nuestros televisores a principios de los 80 en la serie Verano Azul, hasta las del Tour de Francia, pasando por las que nos vamos cruzando en nuestros destinos vacacionales: paseos marítimos, zonas rurales, carreteras comarcales… Ya nos lo decía Fernando Fernán Gómez: las bicicletas son para el verano.

Aunque lo cierto es que el título de esta obra teatral (ojo, spoiler) nos llevaba a engaño, ya que una bicicleta puede abarcar un amplio espectro temporal y ofrecer oportunidades y beneficios a distintos tipos de personas. En Revista Haz hemos recopilado unas cuantas propuestas en las que nuestro veraniego vehículo, cero emisiones, es el protagonista indiscutible. Y no solo entre junio y septiembre.

Bicicletas sin Fronteras

Existen un buen número de organizaciones que se dedican a rehabilitar viejas bicicletas, donadas por empresas y particulares, para darles una nueva vida junto a personas en riesgo de exclusión social. Una de las que mayor rodaje tiene es Bicicletas sin Fronteras, que nació en 2012 en el Alt Empordà (Girona).

Desde entonces han puesto en marcha diversos proyectos como Una bicicleta para tu vecino, con la que la fundación aportó ciclos a muchas personas sin recursos que los necesitaban para desplazarse hacia su lugar de trabajo en Lorca (Murcia).

También han puesto en marcha Bicicletas para la integración, que busca facilitar la movilidad social y territorial de niños, jóvenes y adultos y con ello mejorar sus posibilidades de acceso a formación, ocio y trabajo.

En este caso, las bicicletas son rehabilitadas por personas en riesgo de exclusión o con alguna discapacidad. Una vez arregladas, van a parar a entidades tutelares, que se comprometen a hacerse cargo de su mantenimiento y salvaguarda. Y también a controlar que estén siempre en manos de alguien que las necesita.


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Hasta Baobike

En 2015 Bicicletas sin Fronteras implantó el proyecto Bicicletas para la Educación en Senegal, que tiene como objetivo entregar bicicletas a estudiantes de secundaria de este país con el fin de facilitarles el acceso y los desplazamientos diarios a sus clases.

Junto a este también empezó a crecer Bicicletas para el desarrollo, que se está llevando a cabo en varias comunidades rurales del país africano, y que está dando apoyo para la creación de distintos negocios relacionados con el mundo de las dos ruedas: centros de alquiler, espacios para la fabricación, mantenimiento y almacenamiento, formación de mecánicos, convenios con hoteles y centros turísticos, etc.

De hecho, la combinación de ambos proyectos ha dado como resultado la Baobike, una bicicleta propia creada y montada en la fábrica que la fundación puso en marcha en Palmarin (Senegal), con el apoyo de Momabikes y Tannus, en la que trabajan jóvenes de la zona especialmente formados para ello. Se trata de un modelo robusto con neumáticos antipinchazos y unos costes de mantenimiento reducidos, especialmente diseñada para que niños y adolescentes puedan conducirla por los caminos de Senegal.

<p>Foto: Bicicletas sin Fronteras.</p>

Foto: Bicicletas sin Fronteras.

Sostenibilidad

Poco después que Bicicletas sin Fronteras, en 2014, surgió en Valencia el proyecto Bicis para Todas, coordinado por las asociaciones AMA, de carácter medioambiental, y Col·lectiu Soterranya, enfocada a crear conciencia crítica entre la ciudadanía sobre determinadas problemáticas, tanto sociales como medioambientales.

El objetivo, de nuevo, es recoger y reparar bicicletas en desuso para entregárselas a personas de la comunidad que las necesiten. Aunque en este caso se organizan talleres de mecánica y mantenimiento básico para que sea la propia ciudadanía la que las arregle y que, al mismo tiempo, aprenda a cuidar su propia bicicleta, evitando el consumo innecesario.

Además se imparten jornadas de seguridad vial, cicloturismo y excursiones en grupo que fomenten el uso de este vehículo y dar a conocer las posibilidades de ocio sostenible, deportivo y cultural que existen por la región.

Empleabilidad

En una línea parecida trabaja la fundación El Buen Samaritano, localizada en varios puntos de Madrid, que en 2020 empezó a recoger bicicletas viejas o en desuso para darles una nueva vida. Así nació el proyecto Rebicicla, que persigue la rehabilitación y recuperación de personas afectadas por problemas de salud mental, sobre todo desde el punto de vista de la empleabilidad.

Algunos de los usuarios del Centro de Rehabilitación Laboral de Carabanchel son los encargados de reparar y reacondicionar las bicicletas, que más tarde se entregan en usufructo a personas en situación de vulnerabilidad.

“Nuestro proyecto no solo contribuye de manera sustancial a la integración social de las personas atendidas en este espacio, haciéndoles partícipes de procesos prelaborales con mucha carga capacitiva y solidaria, sino que también fomenta una cultura de la reutilización de materiales y el uso de medios de transporte ecológicamente más sostenibles y saludables en nuestra ciudad”, explican desde la organización.

Bicis que cambian vidas

La Fundación Vicente Ferrer lleva tiempo trabajando con organizaciones como Bicicletas sin Fronteras para conseguir que cada vez más niños y, sobre todo, niñas puedan trasladarse de una manera más rápida y segura de casa a la escuela y viceversa, mejorando así su formación y reduciendo su vulnerabilidad en los traslados.

En este camino surgió el reto solidario Bicis que cambian vidas, promovido por el deportista sevillano Eduardo Cuquerella, que en estos momentos está recorriendo gran parte de Europa (desde el Cabo de San Vicente, en Portugal, hasta Cabo Norte, en Noruega, unos 8.000 kilómetros, aproximadamente) montado en su bici.

Un recorrido de casi cinco meses por vías rurales que tiene como objetivo fomentar las donaciones para conseguir el mayor número de bicicletas posibles para los niños de los distritos de Anantapur y Kurnool, en la India. Y sensibilizar a la población de la importancia que puede tener este medio de transporte en el desarrollo de una comunidad.

RSC y ciclismo

Además de los proyectos solidarios impulsados desde fundaciones y asociaciones, también hay empresas que diseñan sus estrategias intentando promover el uso de la bicicleta. Es el caso de Team Building, que organiza eventos lúdicos o de voluntariado para fomentar el trabajo en equipo dentro de los diferentes departamentos de las compañías.

Entre las actividades desarrolladas en el ámbito de la RSC que proponen está Dream Bike, una actividad cooperativa en la que los participantes fabricarán bicicletas que más tarde se donarán a hogares de acogida.

Por su parte, el grupo ISB Sport Bearings, fabricante de componentes y rodamientos, colabora con multitud de organizaciones como Bicicletas sin Fronteras o Proyecto Alpha, realizando actividades conjuntas para crear conciencia social sobre la distrofia muscular de cintura por déficit de sarcoglicanos y recaudar fondos para la investigación de esta enfermedad.

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