Cuidar: una tarea desigual que empobrece a la mujer

La división española de la Red Europea de Lucha contra la pobreza y la exclusión social (EAPN-ES) ha presentado un estudio que refleja una relación directa entre los trabajos de cuidados y los niveles de pobreza en las mujeres, una realidad especialmente dura para las migrantes y las familias monomarentales.

Desde hace siglos, las tendencias sociales han empujado a las mujeres a ejercer labores en el campo de los cuidados de forma diferenciadora con respecto a los hombres. Han cuidado de hijos, de mayores, del hogar, etc. Y todo ello les ha hecho tender hacia profesiones relacionadas: enfermería, profesorado, trabajo social, labores de limpieza…

A pesar de que los tiempos van cambiando, esa brecha de género sigue siendo amplia, repercutiendo a su vez sobre la situación económica de las que la padecen y sobre su crecimiento (o, mejor dicho, estancamiento) profesional. Así se ha plasmado en la jornada que la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) ha celebrado recientemente.

En ella se han presentado los datos del estudio Economía de los cuidados, desigualdad de género y pobreza en la atención a familias con necesidades sociosanitarias, según el cual el 16,4% de las mujeres se dedica exclusivamente a tareas domésticas y a cuidados de menores u otras personas, frente al 0,3% de los hombres. Y si nos fijamos en el plano laboral, el informe destaca que el 21,6% de las mujeres trabajan a tiempo parcial frente al 6,6% de los hombres. Y que el 95% de las reducciones de jornada, normalmente asociadas al cuidado de los hijos, las solicitan ellas.

La encargada de poner todos los datos del estudio sobre la mesa fue Clara Urbano, técnica de Investigación de EAPN-ES y coordinadora del informe. “Son las mujeres las que cuidan, y más concretamente aquellas que están en una situación de mayor vulnerabilidad. Hablamos, sobre todo, de mujeres migrantes que en muchos casos no tienen acceso a una situación administrativa regular, lo cual limita su acceso a derechos”, reflexionó.

El informe ha tenido en cuenta diversas fuentes de datos, entre ellas una treintena de entrevistas con mujeres que ejercen este rol cuidador y con otras expertas en la materia. Unas conversaciones que ponen de manifiesto tanto la carga física como mental que repercute sobre la salud de estas mujeres.

Y que, en opinión de las participantes de la jornada, no se valora como debiera, ya que según un estudio publicado en 2022 por la Universidad Carlos III y el Instituto Aragonés de la Mujer, el trabajo doméstico y de cuidados equivale a un 40% del PIB. Más de un tercio de la actividad económica que no está remunerada pero que es imprescindible para el desarrollo de las ocupaciones de carácter retribuido.

Sin embargo, como explicó Urbano, es la causa de la mayor pobreza entre las mujeres, ya que llevar a sus espaldas el trabajo del cuidado genera discriminación a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Y también de ascender profesionalmente y de “disfrutar de los privilegios y beneficios que aporta estar en un mercado laboral”.

16,4%
de las mujeres

se dedica exclusivamente a tareas domésticas y a cuidados de menores u otras personas, frente al 0,3% de los hombres.

Estancadas

El trabajo realizado indica que la brecha de género en estos momentos está estancada, al menos si nos fijamos en las cifras que atañen a la mujer. Solo oscila cuando llegan momentos de crisis o de bonanza que repercuten en la situación laboral de los hombres. “La brecha disminuye cuando la situación de ellos empeora, mientras que en las épocas de bonanza se amplía, porque su situación mejora, pero no la de las mujeres”, indicó la coordinadora del estudio.

Algo que no solo está relacionado con la riqueza económica, sino también con los usos del tiempo: según las medias incluidas en el estudio (de 2010, los más actuales que hay), los hombres dedican al hogar y a la familia menos de dos horas diarias, mientras que las mujeres superan las cuatro, más del doble. Y en cuanto al trabajo remunerado, los varones superan las tres horas mientras que las mujeres no llegan a las dos.

“El tiempo es un recurso que no todas las personas pueden disfrutar por igual, y tiene una relación directa con la calidad de vida y con el acceso a determinados derechos”, aseguró Bárbara Palau, vicepresidenta de EAPN-ES.

Todo ello repercute en un peor salario, en carreras de cotización más entrecortadas y deficientes, en peores condiciones para promocionar y menores posibilidades de hacer contactos, entre otros aspectos. Lo que desemboca en un mayor riesgo de pobreza y de exclusión social.


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Hogares monoparentales

Uno de los factores de pobreza más importantes es el de que solo llegue un sueldo a casa, sobre todo teniendo personas dependientes o menores a cargo. Es el caso de los hogares monoparentales, “o mejor dicho, monomarentales, porque el 81,3% del total tiene una mujer a la cabeza”, reconoció Urbano.

“Los datos de riesgo y de pobreza se multiplican por dos en estos casos, de hecho, la tasa de pobreza y exclusión social en nuestro caso asciende al 49%, algo que nos expone a situaciones de exclusión, vulnerabilidad, precariedad y pobreza todavía más acuciadas que en otros modelos de familia. Eso sin contar que en algunos casos también estamos atravesadas por otras realidades, como encontrarnos con discapacidades, con violencia de género, etc.”, comentó Inmaculada Alonso, presidenta de la Asociación de Familias Monomarentales de Galicia (Fagamos).

Algo que corroboró Urbano: “Hay que sumar esa dificultad de poder acceder al mercado de trabajo en condiciones de disfrute y privilegio, así como el estigma y la marginalidad a la que se enfrentan algunas mujeres por ser madres solteras. Es decir, hay un problema económico y social”. Y también simbólico, ya que hablamos de una situación y un modelo de familia que no siempre está reconocida desde las Administraciones públicas.

Uno de los factores de pobreza más importantes es el de que solo llegue un sueldo a casa, sobre todo teniendo personas dependientes o menores a cargo, como es el caso de los hogares monomarentales.

Propuestas

Teniendo todo esto en cuenta, durante la jornada se planteó la construcción de un sistema estatal de cuidados focalizado en esas mujeres con un riesgo mayor de exclusión social y de pobreza. Y que precisamente por esta característica, tienen menos opciones de movimiento para mejorar su situación, “consiguiendo con ello que ellas parezcan invisibles en el mercado de trabajo”, valoró la coordinadora del estudio.

“Hay que dar condiciones dignas de trabajo a aquellas personas que están cuidando”, añadió Urbano, haciendo referencia a la revalorización económica de esta labor. “Pero también hay que promover un cambio cultural” para que se le dé una mayor importancia desde el punto de vista profesional y que se promueva la igualdad de género en este campo.

En este sentido, el informe recomienda realizar un esfuerzo para reforzar la coordinación entre Administraciones y en todos los niveles implicados, y plantear nuevas políticas de los cuidados que tengan un abordaje transversal. “Algo que requiere invertir en I+D para innovar, también desde el punto de vista de la sociedad participada”, comentó la coordinadora del estudio.

Por ejemplo, en el ámbito del análisis de datos. “Tenemos mucho que avanzar en este campo para conseguir diagnósticos mucho más útiles sobre cuál es la situación de estas mujeres”, añadió Urbano. De hecho, hizo referencia a la Encuesta de Población Activa: “Hay muchos puntos a mejorar que tienen que ver con esa parte del empleo irregular, vinculados a menudo con los trabajos del sector doméstico. Que, por otra parte, deberían estar reconocidos en el sector de los cuidados”.

Por otra parte, se propusieron fórmulas para concienciar y promover cambios culturales. “Si tenemos un Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que tiene como fin impulsar la entrada de las chicas en las carreras STEM, ¿por qué no impulsar un Día del Cuidador que sirva para animar a los niños a adoptar estos roles? Tenemos mucho recorrido para mejorar en este sentido”, añadió Begoña San José, representante de la Plataforma Impacto de Género YA.

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