Sobre los ratios de captación de fondos y gastos generales
Entre los «ratios» financieros más utilizados en la gestión de las organizaciones nolucrativas se encuentran el «ratio de captación de fondos» (resultado de dividir el dinero conseguido a través de las actividades de captación de fondos por el coste de esas actividades durante un determinado período de tiempo) y el «ratio de ayuda a programas» (resultado de dividir los gastos de los programas/ proyectos por los gastos totales).
Como ocurre con todos los «ratios», la utilización de los mismos debe ser prudente.
Comparar magnitudes nunca es fácil; no sólo hay que tener en cuenta las diferentes circunstancias de la organización (edad, tamaño, volumen de reservas, crecimiento, servicio ofrecido, etc.) para que las valoraciones sean correctas, sino también comparar estos «ratios» con otros aspectos de la organización y, de manera principal, con los resultados de la misma.
Por ejemplo, una organización A, con unos gastos administrativos del 17%, puede producir más resultados que una organización B, con unos gastos administrativos del 9%.
En efecto, existe el peligro de centrarse en exceso en este tipo de indicadores, a la hora de evaluar la eficiencia de las organizaciones, olvidando otros aspectos tan o más importantes como pueden ser el impacto o resultados de la organización.
Adicionalmente está el problema de cómo imputar o calcular los costes. Las organizaciones no lucrativas (ONL) mantienen diferentes criterios a la hora de imputar los costes correspondientes a las partidas de proyectos y a la de gastos generales y captación de fondos. No resulta extraño que se contabilicen como gastos de proyectos una serie de costes que, en realidad, corresponden a campañas de captación de fondos.
Así, por ejemplo, muchas organizaciones «esconden» sus inversiones para captar fondos dentro de la partida de «programas de sensibilización», sin distinguir con claridad lo que corresponde realmente a «campañas de publicidad» y lo que se refiere a programas educativos o de sensibilización.
Por último, a la hora de evaluar los gastos generales de las ONL es importante tener en cuenta que no todas las organizaciones ofrecen el mismo tipo servicio. Si nos fijamos, a modo de ejemplo, en las ONG de cooperación al desarrollo éstas se pueden clasificar en:
1 Simples financiadores. Su actividad principal consiste en seleccionar a las organizaciones que van a recibir los fondos y transferírselos. Tal es el caso, por ejemplo, de Manos Unidas o Anesvad. Como es natural, las organizaciones que se encuadran dentro de estos modelos suelen tener unos gastos administrativos muy bajos en proporción al dinero que envían a los proyectos o a sus socios.
2 Ejecutoras. En este caso la organización que recauda es la misma que ejecuta. Éste es el caso de organizaciones como Ayuda en Acción o Médicos sin Fronteras. Estas instituciones, en general, tienen un mayor control sobre los proyectos y mayor unidad de acción, y como contrapartida una estructura más pesada, mayores gastos generales en relación con la ayuda enviada.
3 Intermediarios. Las organizaciones intermediarias como, por ejemplo, Intermón-Oxfam o Acción contra el Hambre, a diferencia de los meros financiadores no sólo aportan dinero sino asistencia técnica (estudios de prefactibilidad, supervisión de proyectos, informes, investigación, fortalecimiento institucional, estancias de formación, pasantías, servicios prestados por personal experto –consultores o expatriados–, etc.), y a diferencia de los segundos, no ejecutan ellos mismos los proyectos sino que buscan socios locales en los que apoyarse. Su estructura y su nivel de gastos se encuentra en un punto intermedio entre la primera y la segunda categoría.
En cuanto al «ratio de captación de fondos», es preciso tener en cuenta las siguientes circunstancias o aspectos a la hora de valorarlo:
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La antigüedad de la organización. Una organización con más años, muy probablemente, tendrá un mayor retorno de la inversión en captación de fondos que otra más joven.
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La antigüedad del departamento de «captación de fondos». Al igual que en el caso anterior, los mayores retornos suelen producirse en aquellos departamentos más maduros.
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Las fuentes de los recursos. Las organizaciones que reciben pequeñas cantidades de donantes individuales suelen tener mayores costes que aquellas que reciben dinero del gobierno, de empresas o de grandes donantes.
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La competencia entre organizaciones que trabajan en el mismo sector.
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La atractividad de la «causa» por parte del público.
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El retorno en la inversión suele ser mayor conforme pasa el tiempo. Una vez captados o identificados los donantes, los costes de, por ejemplo, un segundo mailing suelen ser sustancialmente inferiores.
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Las diferentes acciones emprendidas producen diversos retornos: Un mailing para captar nuevos donantes tendrá un coste mayor que otro dirigido a retener los actuales donantes. Normalmente captar un socio nuevo suele tener un coste diez o veinte veces superior al coste de retener uno nuevo.
Una campaña específica (adquirir un inmueble, pagar un crédito, comprar un terreno, constituir un fondo permanente, etc.) suele producir mayores retornos que las campañas genéricas anuales.