Amigos de los museos. La utopía de la sociedad civil hecha realidad

HAZ13 febrero 2013

«La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas», dijo Aristóteles en una afirmación que bien podría aplicarse al amore (palabra del latín de la que deriva ‘amistad’) que los amigos de los museos declaran a las instituciones culturales a las que muestran su apoyo.

La sociedad civil que se añora, activa y participativa económica y personalmente, se materializa en las asociaciones de amigos de los museos, por los que sus miembros hacen donaciones de obras, ejercen de guías voluntarios, realizan talleres y actividades o ayudan a la restauración y protección del patrimonio artístico para que generaciones venideras disfruten en buen estado de él.

De tipología muy variada (arte, historia, arqueología, de ciencias, etc.), dependiendo del museo al que declaran su amistad y de diverso tamaño, con rangos tan amplios como de 20 a 20.000 miembros, los amigos de los museos se han convertido en un pilar básico del museo o museos a los que respaldan. Con una vocación innata de servicio a la misión de la institución cultural a la que apoyan, las diversas asociaciones de amigos de los museos que se registran en España, ya sean asociaciones, agrupaciones o áreas de amigos dentro de los propios museos, sirven de vínculo entre el museo mismo y la sociedad, manteniendo una necesaria relación bidireccional: por un lado, acercando el museo a los ciudadanos y, por el otro, ejerciendo de portavoz de la sociedad sobre sus inquietudes culturales.

Así lo corrobora Isabel Zayas, directora de la Federación Nacional de Amigos de los Museos (FEAM): «En los orígenes, los museos estaban centrados en la labor de conservación y no prestaban tanta atensubción a la difusión de la cultura y a su función como servicio público. Es bueno que los museos se abran a los ciudadanos y sepan escucharles». «Para eso nacen las asociaciones de amigos, para hacer de puente», concluye.

Un puente tan necesario como sólido. Alguna de las organizaciones de amigos de los museos cuentan ya con hasta 80 años de historia; es el caso de los Amics dels Museus de Catalunya, una de las asociaciones de amigos más longeva de España que, junto con los Amigos del Museo del Prado y Amigos del Museo Arqueológico Nacional, formaron hace treinta años la Federación Nacional de Amigos de los Museos.

Esta federación nació en 1983 con el objetivo, vigente en la actualidad, del «reconocimiento de la importancia de la sociedad civil y, como parte de ella, las asociaciones de Amigos, entidades capaces de proporcionar un apoyo y ayuda de singular valor para afrontar los retos de los museos necesitados de mejorar sus prestaciones públicas».

Hoy en día cuentan con 119 asociaciones adheridas a la federación, lo que trae consigo una cifra de alrededor de 40.000 amigos de los más diversos museos españoles. La federación estima que representan a algo más de la mitad de asociaciones de amigos que existen en España, pero lo cierto es que se conocen datos concretos sobre el sector; «Es una de las actividades que tenemos pendientes de realizar: un estudio en profundidad sobre la situación y características de las asociaciones de amigos en España y su impacto económico en los museos y su entorno», reflexiona Zayas.

La federación cuenta entre sus servicios con el de asesoría en la gestión de las asociaciones de amigos, desde cuestiones sobre su creación hasta las que tengan que ver con la organización de eventos o problemas del día a día; organiza foros de encuentro para intercambiar opiniones entre los amigos de distintas partes de la geografía española, realizándose de manera anual en una ciudad diferente en cada ocasión para ampliar su ámbito de influencia; realiza cursos y jornadas formativas para sus miembros sobre gestión, comunicación o financiación, entre otros; ayuda a difundir las actividades de todas sus asociaciones miembro a través de la página web, la newsletter y su revista semestral; representa a las asociaciones de Amigos españolas dentro de la Federación Mundial de Amigos de los Museos (FMAM), que engloba asociaciones de 28 países con más de dos millones de asociados, y ofrece ventajas económicas como la tarjeta FEAM, con acceso gratuito a 28 museos y entidades culturales de ámbito estatal (complementándolo con el carné de la asociación de amigos a la que pertenezca el usuario), además de descuentos en hoteles, restaurantes, editoriales, librerías, etc.

Por otra parte, la FEAM tiene convenios con universidades para realizar prácticas de alumnos tanto en la propia federación como en las diferentes asociaciones de amigos, además de acuerdos con otras organizaciones para, por ejemplo, realizar conciertos de manera gratuirepreta en los museos; así lo hace la Fundación Miguel Ángel Colmenero que proporciona grupos musicales de manera altruista.

Pero, por encima de todo, la FEAM aporta –en palabras de Zayas– «una presencia activa de la sociedad civil en la cultura».

Financiación en tiempos de crisis

Los amigos de los museos son clave para el desarrollo de los mismos; realizan desde donaciones en efectivo hasta obras de arte y piezas para los museos, financian la restauración de obras museísticas, organizan actividades e incluso se han convertido en auténticos salvavidas de muchas pinacotecas españolas en estos tiempos críticos. La financiación pública ha sufrido una grave caída en los últimos tres años, siendo más acusada en el caso de los museos. En 2013, el presupuesto público destinado a cultura se ha reducido en un 19,6%, alcanzando un recorte del 22,9% para los museos. Iconos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía cuenta en estos dos últimos años con un 35,8% menos de presupuesto público, así como el también madrileño Museo del Prado sufre una reducción del 12,5% presupuestario.

Por su parte la Federación Española de Amigos de los Museos no se salva de los recortes presupuestarios realizados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Si en 2009 contaba con unas subvenciones públicas que suponían el 70% de su presupuesto anual, en 2010 se ven reducidas al 32% y en 2012 cierra el curso con un 11%. La caída ha tenido que ser necesariamente sustituida por otras vías de financiación. «La federación ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos; si hace unos años la aportación de empresas privadas era prácticamente insignificante, en estos momentos ha cobrado un protagonismo importantísimo», apunta Zayas.

Y es que la falta de financiación pública ha llevado a muchas pinacotecas al borde del abismo. Uno de los casos sonados ha sido el del Museo Esteban Vicente, de Segovia, que a punto de cerrar sus puertas por falta de ingresos, recibió una doble donación: Albertis Autopistas puso en venta una obra de Esteban Vicente de su propiedad para recaudar fondos destinados al museo que lleva su nombre, y fue la empresa Ambientair la que compró dicha obra y la donó al museo para el disfrute de todos sus visitantes, además de, entre ambas compañías, salvarlo del cierre.

Con la crisis, los museos han ido aprendiendo que tan importante como contar con buenas partidas presupuestarias es diversificarlas. Para ello es necesario mostrar de manera clara y transparencia resultados que atraigan financiación y adhesiones al proyecto. El pasado 2012, la FEAM cerró el año con un 72% de ingresos privados, equivalentes a cuotas de miembros (40%) y patrocinio privado (60%), un 17% de ingresos por actividades realizadas desde la FEAM, además del mencionado anteriormente 11% de subvenciones públicas. «La crisis se ha convertido en una importante oportunidad de reorganización y de ajuste. Por suerte, nosotros tenemos la ventaja competitiva de que estamos acostumbrados a trabajar con un bajo presupuesto, realizando proyectos de gran calidad», narra la directora de la FEAM.

Los amigos

En esta situación de recortes en la financiación pública se hace más que nunca necesaria la implicación de la sociedad civil, encarnada en su máximo exponente por los amigos de los museos, «aquellas personas que contribuyen, de cualquier manera, en el apoyo a los museos, en su desarrollo y en su difusión. Actúan de manera voluntaria y no remunerada. Su apoyo es moral, financiero, o consiste en trabajo voluntario y experiencia», reza el Código Ético para los Amigos y Voluntarios de los Museos, elaborado por la Federación Mundial de Amigos de los Museos.

Por tanto, además de servir como puente de unión entre la ciudadanía y los museos, tarea anteriormente mencionada, los amigos realizan importantes aportaciones económicas a las instituciones museísticas. En la mayoría de los casos, al estar constituidos como organizaciones no lucrativas reciben subvenciones públicas que derivan al museo para financiar proyectos y actividades. Es el caso de los Amigos de Serrablo (Aragón), que han donado al Museo de Dibujo Julio Gavín Castillo de Larrés la cantidad de 170.000 euros en los últimos tres años, además de realizar la labor de restauración por todo Aragón de iglesias medievales; o el ejemplo que constituyen los Amigos del Museo Castro de Viladonga, en Lugo, que han proporcionado cerca de 50.000 euros en efectivo en los últimos cinco años, además de fondos bibliográficos. Y es que esta es otra de las vías por las que los museos reciben ayuda económica de sus amigos.

La donación o préstamo de piezas se constituye como otra de las actividades que llevan a cabo las asociaciones de amigos. Es el ejemplo de los Amigos del Museo de Cerámica de l’Alcora (AMCA), que desde su fundación en 1997 han donado a su museo piezas valoradas en 115.000 euros; los Amigos del Museo Sefardí, de Toledo, han adquirido y entregado de manera gratuita 392 piezas desde su creación en 1988 con el objetivo de «dar a conocer una cultura, la sefardí, además de procurar recuperar el talante de aquella sociedad en cierto modo ejemplar», señalan; la Asociación de Amigos de la Casa Lis ha cedido recientemente un cuadro de Federico Beltrán Massés al Museo de Art Nouveau y Art Déco que compró por un precio de 3.000 euros, y que puede alcanzar un valor de 13.000 euros según los propios responsables de la adquisición, y el pasado mes de septiembre de 2012 la Real Asociación de Amigos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía donó al museo homónimo, con motivo de la celebración del XXV aniversario de la asociación, una obra del artista Eduardo Arroyo. Sobre esta donación el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, reflexionó: «Esta asociación es una expresión de la potencialidad que la sociedad civil puede aportar a un centro tan importante como este».

Pero los amigos tienen otra misión, más allá de colaborar con recursos económicos propiamente dichos. Aportan y fidelizan visitantes a través de la organización de diversas actividades tales como conferencias temáticas sobre la colección del museo; charlas sobre la Pieza del mes seleccionada de la colección permanente; presentaciones de las colecciones temporales; talleres infantiles y para grupos de la tercera edad, y viajes y excursiones cultures, entre un gran abanico.

Los Amigos del Museo de Cerámica de Ruiz de Luna han desarrollado un importante papel en la organización de actividades en el museo situado en la ciudad toledana de Talavera de la Reina. Cuentan entre sus actividades desde que se constituyeran en 1996 con la organización de 15 exposiciones y la colaboración en otras 14. Con estas acciones, los amigos de este museo afirman que han producido un tráfico adicional de 80.000 visitantes al museo.

Del mismo modo, los Amigos del Museo de América han organizado talleres infantiles, además de una escuela de verano, que atrajeron durante el pasado año a más de 3.500 menores a sus instalaciones.

Incluso, entre las muchas y variadas actividades que organizan las asociaciones de amigos, destaca la que la FEAM está poniendo en marcha junto con la Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla- La Mancha. Se trata de un proyecto piloto para acercar las actividades museísticas a los niños y adolescentes ingresados en hospitales. El proyecto Extramuros se está llevando a cabo en la Unidad de Psiquiatría Adolescente del Hospital Gregorio Marañón. El primer taller realizado el pasado mes de enero en colaboración con el Museo del Traje estuvo impartido por voluntarios de la Sociedad de Pediatría.

«Nace con la intención de contribuir al entretenimiento de los adolescentes ingresados, pero también a ayudar en su recuperación; utilizar la cultura como terapia», cuenta con entusiasmo la directora de la FEAM.

Finalmente, entre las contribuciones más destacadas que ofrecen las asociaciones de amigos, se encuentra la aportación de recursos humanos. El voluntariado cultural es un activo de gran peso para los museos; aunque esta figura genera cierta controversia entre aquellos que lo consideran intrusismo y los que apoyan la figura del altruista. Para resolver la situación, entre los guías de los museos, la figura que según Zayas discute más la labor del voluntariado, se han establecido unos límites no escritos donde los guías voluntarios se encargan de las visitas de grupos escolares y tercera edad y los guías contratados de las visitas habituales.

No obstante, la directora de la FEAM parece que lo tiene claro: «Los voluntarios son una pieza clave para el sostenimiento y funcionamiento de los museos». Y es que –cuenta a Revista Haz– «hay museos que tienen un potente equipo directivo y otros que están constituidos por dos o tres personas que necesitan nutrirse de voluntarios para su funcionamiento».

Pero los voluntarios no solo se encargan de servir de guías por los museos españoles, también colaboran en otras tareas como gestionar la parte administrativa de las asociaciones; ofrecer ponencias en el caso de tratarse de un voluntario experto, o encargarse de la tienda del museo. Este es el caso de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, cuyos beneficios se destinan al propio funcionamiento del museo, convirtiéndose en una importante fuente de ingresos.

Aunque si la figura del voluntario se encuentra en ocasiones en entredicho, de lo que no cabe duda es del valor que generan para los museos a los que presta sus servicios desinteresadamente. De ello puede presumir la Asociación de Amigos del Aeroplaza, que realizó una labor de voluntariado experto en la restauración y reparación de piezas así como de desarrollo de juegos didácticos de 2.500 horas, lo que ha supuesto para el Museo de Aeropuertos y Transporte Aéreo de Málaga un ahorro estimado en 100.000 euros.

El problema de la ‘no cultura’

La implicación de los amigos, como todo, va por barrios. En términos globales, los motivos que incentivan el pago de una cuota de amigo de un museo (que puede ir desde los diez euros anuales en el caso de Amigos de Laboral, Gijón, a los 125 euros al año de los Amics de la Fundació Antoni Tàpies, Barcelona) tienden a ser dos: que compensen económicamente las ventajas que ofrecen las organizaciones (entradas gratuitas a museos, descuentos en publicaciones, mejores precios en viajes culturales, etc.) o que el puro sentir de pertenencia a una institución tenga suficiente valor.

El primer caso suele primar en las asociaciones de amigos con más miembros, como puede ser la del Prado (24.444 al cierre de 2012), sin embargo, cuenta Zayas cómo en el XX Congreso Nacional de Amigos de los Museos celebrado en marzo de 2012 en Lorca, Murcia, «los Amigos del Museo Etnológico de la Huerta de Murcia contaban con emoción que este museo contiene toda su cultura y su memoria histórica y que cada pieza ha sido donada por alguno de los habitantes del pueblo de Alcantarilla. Sienten la necesidad de cuidar y difundir la labor de su museo, porque además es una referencia importantísima en su localidad y economía».

En este sentido, los amigos de los museos locales se encuentran más en consonancia con la cultura anglosajona de sociedad civil, donde se implican, económica y personalmente, en el cuidado y mantenimiento de sus instituciones y lugares públicos. «En España aún hace falta que madure la conciencia de que el patrimonio es de todos; que todos tenemos que tener un compromiso activo con la defensa, conservación y disfrute del patrimonio», y añade Zayas, «eso conlleva implicarse activamente».

Fue con esa motivación con las que hace alrededor de quince años se produjo un gran boom de creación de asociaciones de amigos y de adhesión de miembros; cuando se inauguró el Museo Guggenheim de Bilbao y la figura del amigo, cuenta la directora de la FEAM, pertenecer al área de amigos, «era algo social, un punto de encuentro». Así, «la cultura se puso de moda», añade. En la actualidad, la realidad económica española está empezando a pasar factura con bajas de socios de las organizaciones de amigos, aunque en términos aún «poco significativos», afirma Zayas.

De cualquier manera, con unas u otras expectativas puestas en el apoyo a un museo, los primeros amigos llevan más de ochenta años materializando lo que debe ser la utópica sociedad civil: implicada. El propio ministro Wert supo con acierto analizar su figura: «La participación de la sociedad civil es un estímulo, una expresión de que el arte vive también a través de la sociedad».

Por Esther Barrio
@Esther_Bame
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Comentarios

  1. El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida no es una pinacoteca¡! lapsus?

  2. Gracias, Deliberately, ya está corregido. Un saludo.