Corr-The Jute Works, por la igualdad y el empoderamiento de la mujer en Bangladesh

Corr-The Jute Works es una entidad dependiente de Cáritas Bangladesh que ayuda a mujeres artesanas de regiones desfavorecidas de este país asiático. Su responsable de Desarrollo e Información de la Organización de Comercio, Milton Suranjit, se ha entrevistado con ‘Revista Haz’ para explicar su actividad y los retos a los que se enfrentan.

El 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social, un concepto que está íntimamente ligado a los derechos fundamentales del trabajo y a la promoción del desarrollo y la dignidad humana. Una filosofía que hace varias décadas sentó las bases del llamado comercio justo, el mismo que hoy pone su granito de arena en el desarrollo económico y social de muchos pueblos desfavorecidos (que suelen vivir explotados por algunas multinacionales).

Pero hay un buen número de iniciativas a lo largo y ancho del mundo que trabajan para darle la vuelta a ese maltrecho calcetín. Una de las más longevas es Corr-The Jute Works, que lleva más de cuarenta años apoyando a pequeños grupos de artesanas de Bangladesh (un país de 163 millones de habitantes) que viven en zonas rurales o que se encuentran en situación desfavorecida: indígenas, refugiadas, discapacitadas…

Revista Haz ha podido hablar con el responsable de Desarrollo e Información de la Organización de Comercio de esta entidad, Milton Suranjit, que ha explicado cómo Corr (que significa ‘trabajos de yute’ en bengalí) está consiguiendo generar nuevas oportunidades y empoderar a la figura femenina en un espacio desfavorable para ellas.

¿Cuál es el germen de Corr?

La entidad, que nació en 1973, forma parte de Cáritas Bangladesh, trabaja en 31 de las 64 regiones que conforman el país y es miembro de la Organización Mundial de Comercio Justo. Desarrolla labores de exportación y marketing de los productos elaborados por las casi 5.000 mujeres adheridas al programa. Éstas se organizan en pequeñas cooperativas que ellas mismas gestionan de forma democrática, y donde la materia prima principal que emplean en sus labores es el yute, una planta que crece con facilidad en la región y con la que se realizan todo tipo de tejidos.

Corr-The Jute Works desarrolla labores de exportación y marketing de los productos elaborados por las casi 5.000 mujeres adheridas al programa.

¿Qué beneficios obtienen de este trabajo?

Se favorecen tanto ellas como sus familias, en total unos 30.000 beneficiados. Y es que parte de los ingresos que se perciben por su trabajo se invierten en la compra de ganado con fines alimentarios y económicos, en mejorar sus niveles de educación y de sanidad y en formación, no solo para la elaboración de los productos sino para que sean capaces de gestionar sus cooperativas sin ayuda.

Gracias a Corr, estas mujeres pueden aportar ingresos a la unidad familiar, trabajar desde casa, compatibilizando su jornada laboral con el cuidado de los hijos y duplicar prácticamente el sueldo ordinario que obtendría si desempeñase su labor con otras empresas.

¿De qué sueldo está hablando?

Lo normal es cobrar unos 4.000 takas al mes, que al cambio son unos 40 euros. Es decir, poco más de un euro al día. A través de Corr se están consiguiendo unos 8.500 takas al mes, unos 80 euros, lo que supone cobrar unos 3 euros al día. Estas cifras no solo sirven para mejorar su economía familiar, también para trabajar la igualdad de género y empoderar a la mujer.

Al convertirse en el miembro familiar que mayores ingresos aporta, adquiere presencia y poder en la familia y en su comunidad. Como me gusta decir, gana en honor, en dignidad, aprende a levantar la cabeza. Es un orgullo ver cómo cada 8 de marzo, en el Día de la Mujer, son ellas las que están a la cabeza de las actividades que preparamos. Sabemos que este cambio irá consolidándose con el tiempo y que ofrecerá mejores oportunidades a las generaciones posteriores.

¿Quiénes son los principales clientes de Corr?

Los establecimientos de comercio justo, representan un 60% de nuestros compradores. Y un 38% son clientes comerciales ordinarios, entre los que están grandes compañías como Ikea y The Body Shop. Esperamos que Inditex pronto se sume a este listado, estamos en proceso de negociación.

Para nosotros no solo es importante conseguir un precio justo por los productos que vendemos, también que sea visible la etiqueta que certifique de dónde proviene y las condiciones en las que se ha fabricado. De la misma forma que evitamos el que una misma línea de producto esté de forma simultánea en las tiendas de comercio justo y en otros centros de distribución de gran consumo. El objetivo es evitar una situación de competencia desleal que perjudique a las primeras.

<p>Milton Suranjit, responsable de Desarrollo e Información de la Organización de Comercio de Corr-The Jute Works.</p>

Milton Suranjit, responsable de Desarrollo e Información de la Organización de Comercio de Corr-The Jute Works.

¿A qué se refiere?

A que hay un buen número de empresas que nos copian los diseños para venderlos a un precio mucho más bajo y sin cumplir con los estándares del comercio justo. El consumidor final debe ser consciente de ello y poder distinguir un producto ético de otro que no lo es. No tanto por su precio como por la etiqueta que certifica a quienes lo están haciendo bien.

¿A qué otros problemas se está enfrentando actualmente la organización?

Al cambio climático. Bangladesh está reconocido como el segundo país del mundo más afectado por este fenómeno. Hemos pasado de tener seis estaciones a solo tres, muy dañinas para el campo: la estación seca, la época del monzón y el invierno. En el norte hay grandes sequías y en el sur cada vez se dan más tifones, más inundaciones. Es más, en este último caso la salinidad del agua que cae sobre los campos afecta gravemente a los cultivos, y en consecuencia, a la economía de esas regiones.

Por otra parte, con el aumento gradual de la temperatura del planeta, un 20% del sur de Bangladesh está quedando bajo el mar, lo que está generando éxodos desde las regiones afectadas hacia el norte. Son los llamados refugiados climáticos, a los que desde Corr queremos dar soporte ya que, a través de nuestra actividad, consiguen una fuente alternativa de ingresos y evitamos que caigan en manos de las mafias que trafican con personas a lo largo de la frontera con India. Un problema que cada día va a más y que afecta principalmente a mujeres y niños.

Desde su posición, ¿cree que está implementando la organización medidas para mejorar la evolución del cambio climático?

Claro, la más importante es la de enseñar a las participantes de las cooperativas a aprovechar y reciclar materiales para sus obras de artesanía: desde plantas, algas y otros elementos naturales hasta cristales rotos, pasando por las telas que son desechadas en las numerosas fábricas textiles del país. De esta manera evitamos la compra de material, con el gasto y los desplazamientos que ello supone, y aportamos nuestro granito de arena para borrar la huella de carbono.

Por otra parte, a lo largo del tiempo y con la ayuda de nuestras asociadas hemos llegado a plantar siete millones de árboles, la mayoría de ellos frutales. Por un lado, para mejorar la calidad del aire y, por otro, para evitar la falta de alimentos en las comunidades más necesitadas.

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