Cáritas denuncia el mayor impacto de la pobreza en las mujeres

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Cáritas denuncia que la mayoría de quienes acuden a sus centros y servicios son mujeres en situación de pobreza y exclusión social.

HAZ8 marzo 2019

Cáritas denuncia, en el Día Internacional de la Mujer, la mayor incidencia de la pobreza en las mujeres: no solo es mayor el número de mujeres pobres, sino que, además, la pobreza tiene un impacto mayor en ellas que en los hombres, explican en nota de prensa.

Según se señala en el último informe de ONU Mujeres Transformar las promesas en acción: la igualdad de género en la Agenda 2030, publicado en 2018, si bien a nivel global ha habido avances en educación y mortalidad maternal, en materia laboral la situación se ha quedado estancada.

Asimismo, las mujeres sufren más que los hombres la inseguridad alimentaria, incluso en los países industrializados, ganan menos que los hombres, dedican más tiempo que ellos a los cuidados domésticos, son más vulnerables a la pobreza extrema y tienen menos posibilidades de acceder al mercado laboral.

De todos los factores que pueden incidir en el hecho de que una persona sea pobre, «ninguno es tan determinante como el género», explica Cáritas. Son múltiples los factores que confluyen para mantener esta realidad:

  • En el mundo laboral, los puestos de trabajo tradicionalmente asignados a las mujeres están peor valorados y remunerados, mientras que, al mismo tiempo, las mujeres tienen menores ingresos en el desarrollo del mismo puesto de trabajo que los hombres. Además, les resulta difícil el desarrollo de su potencial profesional dada la imposibilidad de promoción y acceso a puestos relevantes (es el denominado techo de cristal). El Foro Económico Mundial alerta de que, si se mantiene el ritmo actual en los esfuerzos por eliminar esta brecha al ritmo actual, se tardaría hasta el año 2186 para lograrlo.
  • Los estereotipos sociales y el sistema educativo, que todavía no ha evitado superar las diferencias de género, suponen un freno a la hora de estudiar determinadas carreras o acceder a ciertos puestos mejor valorados y remunerados.
  • Las mujeres siguen ocupándose mayoritariamente de los cuidados en el ámbito familiar, lo que genera dobles jornadas de trabajo e itinerarios profesionales interrumpidos y reducidos, con consecuencias inevitables en las prestaciones sociales por desempleo o jubilación.
  • Las violencias machistas tienen consecuencias para las mujeres, tanto a nivel psicológico o físico como social, e influyen en su situación de pobreza, porque ubican a las mujeres en situaciones de mayor vulnerabilidad y exclusión social.

Todas estas desigualdades aumentan en el caso de las mujeres rurales, y más aún si son indígenas de los países del Sur. Como también ha alertado ONU Mujeres, las mujeres campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples efectos de la pobreza. A pesar de ser las que garantizan la seguridad alimentaria en sus comunidades, no disponen de un acceso equitativo a los recursos, a los créditos o a los servicios públicos, entre otros. Asimismo, las barreras estructurales dificultan la participación de las mujeres en los espacios políticos y en sus propios hogares.

Por su parte, en las últimas décadas se ha producido una feminización de los flujos migratorios, que ha abocado a las mujeres a una doble discriminación, como mujeres y como migrantes. En su proyecto migratorio, las mujeres están expuestas a graves situaciones como la explotación sexual, la violencia o la trata de seres humanos.

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