Los mayores errores de transparencia de las administraciones públicas

La implantación de la transparencia y el derecho de acceso a la información ha supuesto todo un reto para las instituciones públicas, que actualmente siguen esforzándose por adaptarse a las obligaciones de la Ley 19/2013, casi cinco años después de su plena entrada en vigor.

Los cambios en la administración pública suelen implicar un esfuerzo doble: adaptarse a las nuevas circunstancias y aprender de los errores que se cometen. Aunque se están desarrollando técnicas y herramientas para minimizar los riesgos, como los laboratorios de gobierno (Vid. Laboratorios de gobierno: testar para implementar la transparencia con éxito), el hecho es que poner en práctica la teoría suele conllevar algunos ajustes técnicos.

Sobre este aspecto, Sergio Jiménez Meroño, doctor en Ciencias Políticas y de la Administración y consultor especialista en gobierno electrónico para administraciones públicas, realiza anualmente un estudio comparado de portales de transparencia desde la perspectiva de los usuarios. Revista Haz habla con él para saber cuáles son los aspectos con margen de mejora de la administración pública para ser más transparente, y qué están haciendo las administraciones públicas para detectar y solventar sus errores en la implantación de la transparencia.

El principal error de los portales de transparencia

En términos generales, Jiménez Meroño señala que el principal error que cometen las administraciones públicas es publicar información sin tener en cuenta que el usuario de la web “va a leerla o necesita encontrarla”. En este sentido, el experto consultado explica que la publicación de información suele hacerse desde “una perspectiva interna”, atendiendo a los criterios de la normativa o de los indicadores de los rankings, pero sin una estrategia de comunicación que tenga como principal objetivo al público.

Esta falta de perspectiva externa conlleva dos errores importantes: por un lado, no se tienen en cuenta las necesidades de cada tipo de público que accede a la información, que “es muy variado” y, además, presentan necesidades y hábitos de búsqueda de información diferentes; y por otro, el manejo de la información resulta difícil o complicado, debido a los formatos de presentación o el lenguaje utilizado. En general, Jiménez Meroño explica que “se suele cumplir con la norma, sin embargo, este hecho no garantiza que el portal sea útil en términos reales”.

¿Por qué no se solicita más información pública?

En primer lugar, el derecho de acceso a la información pública está establecido como un procedimiento que obliga a la identificación del solicitante. Esta condición, según el experto consultado, implica la intervención de las herramientas de identificación -firmas, consolas o certificados digitales-, que suponen una dificultad añadida, provocando la desmotivación del solicitante. 

Por otro lado, Sergio Jiménez Meroño explica que en el ámbito de la solicitud de información pública se dan varios errores importantes: por un lado, están las instituciones que “solapan el derecho de acceso”, permitiendo realizar preguntas sin vía de procedimiento. En estos casos, si el solicitante no obtiene ninguna respuesta de la institución, tampoco tiene el amparo del procedimiento que le permite poner una reclamación.

Por otro lado, Jiménez Meroño señala “la falta de seguimiento” de las solicitudes, lo cual permite que haya portales que dan por respondida una solicitud desestimada parcialmente o caducada. Además, pone en relieve que “no recuerda” que le hayan preguntado alguna vez si la respuesta que ha recibido contestaba a su pregunta: “Esto me parece algo fundamental de valoración sobre la información, y creo que este control no existe en la administración”, afirma el analista web.

La publicación de información suele hacerse desde “una perspectiva interna”, atendiendo a los criterios de la normativa o de los indicadores de los rankings, pero sin una estrategia de comunicación que tenga como principal objetivo al público.

Experiencias positivas y negativas

La experiencia de Jiménez Meroño le ha llevado a consultar y analizar más de 45 portales de la administración pública en los últimos tres años y sigue sumando, pues aproximadamente cada tres o seis meses realiza peticiones y consultas a las administraciones públicas.

Lo más positivo de toda su experiencia es la proactividad de algunos portales gracias a la actitud de sus responsables, personas implicadas y con una “actitud transparente” que a pesar de lo bueno o malo que pueda ser el portal de transparencia que manejen, se toman la molestia de llamar al experto tras haber experimentado un problema técnico en el portal o incorporan información a sus mecanismos de medición que había solicitado.

“Sorprende positivamente porque normalmente en la administración no se suele encontrar a gente que tengan un alto grado de implicación en temas o aspectos que no son vitales para la institución”, explica a Revista Haz; “mi sensación es que hay un grupo importante de gente que es especialmente activa, aunque su portal de transparencia sea malo”.

En el lado negativo, el experto también destaca la actitud de algunas instituciones debido a la falta de interés e implicación en la rendición de cuentas, ya que según señala “se limitan” a cumplir con la ley de manera “poco eficiente” y afirma que en algunas ocasiones esta ineficiencia ha podido ser deliberada, como le ha sucedido al recibir información muy difícil de entender o incompleta, después de que la institución se viera obligada a darle la información.

Algunos consejos para las instituciones

Ser transparente podría ser una cuestión menos compleja si los portales tuvieran una estrategia de comunicación que incorporara los siguientes criterios, facilitados por Jiménez Meroño:

  • Los hábitos de búsqueda de información del ciudadano. Actualmente, los usuarios están acostumbrados a manejar Internet, por este motivo la concepción de las administraciones en entornos digitales debería plantearse para que Google las encuentre y localice.
  • La información pública debe ser realmente accesible. Esto no se limita al formato o a la ubicación física dentro del portal, sino a títulos claros, disponibilidad, actualización y promoción de la información publicada en las webs.
  • La transparencia activa no debe limitarse a colgar información en el portal. La actividad de una buena web tiene por objetivo hacer “transparente” la información publicada y no dejarla depositada en algún lado de la sede.
  • Preguntar a los usuarios. A modo de prueba de calidad, conocer la experiencia de personas externas a la administración encontrando una información concreta, puede ser determinante para detectar y corregir fallos.
  • La transparencia como servicio. Actualmente la transparencia se percibe como un trámite y no como servicio, cuya finalidad es cumplir con los usuarios de los portales y con el conjunto de la sociedad.

Las instituciones públicas llevan tres años recorriendo el camino de la transparencia y Jiménez Meroño recuerda que “hemos avanzado mucho”, ya que actualmente hasta la administración más pequeña tiene portal de transparencia.

El liderazgo e implicación política se ha revelado como un elemento fundamental detrás de la administración para que esta sea transparente, y el experto afirma que “la transparencia de las administraciones con implicación política suele ser más efectiva”, sin embargo, solo es el punto de inicio que debe arrastrar hacia “un cambio más profundo” que es la relación entre administración y ciudadanía. “Creo que se ha hecho mucho en los últimos años, pero el camino complicado y divertido es el que viene ahora”, afirma Jiménez Meroño para Revista Haz.

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