Diez años para un nuevo comienzo

Un decenio puede resultar un periodo de tiempo muy largo o muy corto. Para una fundación que tiene como misión “fortalecer la confianza de la sociedad en sus instituciones impulsando la transparencia, el buen gobierno y el compromiso social”, se trata, ciertamente, de un lapso de tiempo muy breve. Nos queda por delante un largo trecho hasta que podamos declarar que la misión está cumplida. Porque ese es nuestro objetivo y no tenemos intención de rebajarlo.

Pero aunque apenas estemos comenzando, nos sentimos muy satisfechos de los logros conseguidos.

En estos diez años la Fundación Haz ha conseguido concienciar a un buen grupo de fundaciones sobre la importancia de ser transparentes y contar con buenas prácticas de gobierno con la publicación del informe Construir confianza.

En este periodo hemos podido comprobar cómo las fundaciones han ido incorporando gradualmente un conjunto de prácticas sobre transparencia y buen gobierno. En el año 2009 apenas un 4% de las fundaciones facilitaba en la web información económica sobre el origen y destino de sus fondos; la identidad de los responsables de la dirección y de gobierno de la institución era desconocida; se contaban con los dedos de las manos las fundaciones que publicaban sus estatutos, y la información sobre el impacto de las actividades era una asignatura totalmente ignorada.

Al cabo de estos diez años el panorama del sector ha cambiado sustancialmente. La mayoría de las organizaciones cumplen esas exigencias y, lo que es más importante, son conscientes de que la transparencia es un activo imprescindible para construir y aumentar la confianza de la sociedad en el sector fundacional.

Tras estos diez años podemos afirmar que se han sentado las bases para seguir construyendo en el futuro próximo. Los nuevos informes estarán centrados en retos mucho más cualitativos, más estratégicos, más misionales. No se trata de abandonar el compromiso con la transparencia sino de reforzarlo con mejores prácticas que ayuden a las fundaciones a transformar sus misiones en resultados tangibles. Para eso se necesitará reforzar las capacidades y eficacia de los órganos de gobierno, revisar el foco de actividades e impulsar la  innovación y medir los resultados.

Por definición, las fundaciones son instituciones comprometidas con el progreso social, pero la transformación social solo se logra si estas organizaciones están dispuestas a innovar, y eso solo puede hacerse asumiendo riesgos. Es necesario recuperar la capacidad de enfrentar con ilusión el futuro. El gran reto que tienen las fundaciones es ilusionarse con la tarea que tienen por delante.

Si tuviésemos que identificar los atributos que distinguen a las grandes fundaciones, no necesariamente a las fundaciones grandes, probablemente seleccionaríamos dos: Su capacidad para plantearse metas altas y su capacidad para medir sus logros. Desarrollar estas capacidades será la tarea ilusionante que ocupará nuestra atención los próximos diez años.

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