Los Dr. Excusatio, Nimú o de Morandi, los nuevos supervillanos de la transparencia

En 2014 entró en vigor la Ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno, permitiendo a los españoles acceder a la información generada por las administraciones públicas del Estado, en todos sus niveles. Sin embargo, durante los años de ejercicio de este derecho se han detectado una serie de obstáculos e impedimentos que ha llevado a identificarlos como verdaderos enemigos de la transparencia y la sociedad.

Si la transparencia puede personificarse como un superhéroe que va a rescatar a los ciudadanos de la corrupción y las malas prácticas dentro de la administración pública, en el lado contrario se pueden ver a los enemigos y supervillanos que la acechan en cada portal.

Rafael Camacho, editor de Transparencia en España, junto con Juan Carlos Melián, abogado especialista en Derecho administrativo, han creado la iniciativa Los villanos de la información pública, con el fin de mostrar aquellos comportamientos y prácticas que se producen en las administraciones cuando les solicitan información y que constituyen “auténticas barreras invisibles” para el ciudadano, dificultando su derecho a saber.

Revista Haz habla con los autores de esta serie para conocer las características de estos villanos y, sobre todo, saber cuáles son las medidas y acciones que se pueden realizar para combatir sus efectos y garantizar el acceso a la información pública.

El germen de los supervillanos

El origen de esta iniciativa tuvo lugar en el Día Internacional del Derecho a saber de 2016, durante la ponencia de Camacho en el Ayuntamiento de Cartagena (Murcia). Mientras hablaba sobre las barreras que había detectado en la aplicación de la Ley estatal de transparencia durante los primeros años, Melián tuvo la idea de comparar dichas barreras con supervillanos, ya que los obstáculos identificados estaban más relacionados con aspectos “sociales y operativos”, que con la aplicación de la norma.

De este modo, Camacho y Melián comenzaron a buscar nombres y a desarrollar las identidades de quienes serían conocidos posteriormente como: Infoxication, Burocratio, Incomprensit, Brechatech, Pdfman e Incultura. Estos enemigos respondían a prácticas como el exceso de información mal clasificada, la complejidad de los procedimientos administrativos, el lenguaje demasiado técnico, el desconocimiento de las herramientas digitales para acceder a las solicitudes de información, el uso de formatos no reutilizables y la ignorancia de los derechos y obligaciones sobre transparencia.

Camacho afirma que él aportó la identificación de las barreras, pero que gracias a la “genialidad” de Juan Carlos consiguieron dos objetivos: por un lado, captaron la atención de “manera espectacular” dentro del mundo de la transparencia sobre estas prácticas y, por otro, acercaron la información de tipo jurídico a las personas que no son especialistas en la materia.

“Este era el propósito de la iniciativa, porque es un aspecto que criticábamos y que aún criticamos de las administraciones y poderes públicos”, afirma Camacho.

Sobre este aspecto, Melián también afirma que “se echa mucho de menos la existencia de material divulgativo” que permita acercar de una manera clara y sencilla a los ciudadanos cuáles son sus derechos en relación a la información pública. Así que decidieron aprovechar la oportunidad de crear una “herramienta pop” que permitiera atraer la atención sobre estos temas en redes sociales y charlas menos formales, pudiendo así llegar al gran público “con un golpe de clic”.

Los seis villanos de la transparencia
1 de 7

Supervillanos: la familia crece

En 2016 se identificaron a Infoxication, Burocratio, Incomprensit, Brechatech, Pdfman e Incultura como los principales villanos de la transparencia. Cinco años más tarde se han conocido nuevos enemigos de la transparencia como la Doctora Excusatio, Doctor Nimú, Doctora De Morandi, Doctora Nada y los Doctores Pa Qué y Suspicius.

Según Melián, estos nuevos supervillanos representan esos comportamientos que han surgido con la práctica del derecho de acceso a la información y, aunque “no son una novedad”, sí contienen en “su ADN” mayor carga de “intencionalidad” maliciosa, ya que se orientan específicamente a impedir o dificultar el ejercicio del derecho de los ciudadanos.

En este sentido, cabe señalar que los nuevos villanos están relacionados con los comportamientos sistemáticos de la administración pública como el silencio administrativo negativo, el alargamiento de los plazos para contestar, exigir al solicitante de información motivar la solicitud o negar la información porque el organismo no la posee sin dar más alternativas, ni trasladar la solicitud a la entidad pertinente.

Otro aspecto destacado de esta situación, es que ambos expertos son unánimes al considerar que los villanos anteriores conviven con los nuevos, puesto que no han sido superados. Según Melián esto se debe a que en España “los avances en materia de transparencia son muy lentos”, sobre todo a la hora de “superar los límites que representan los supervillanos”.

Asimismo, se puede comprobar que en muchos portales de transparencia el formato de publicación de la información sigue siendo el PDF; la burocracia y la complejidad de los documentos administrativos impiden su acceso y comprensión de la información, y la brecha digital, tanto cultural como tecnológica, suponen un obstáculo para el avance de la administración electrónica.

“Para gran parte de los ciudadanos el mundo digital es absolutamente desconocido y es un nuevo factor de discriminación”, explica Melián.

No obstante, existen algunos aspectos de mejora como el lenguaje claro y la lectura fácil que van venciendo a Incomprensit –incomprensión-, permitiendo que los textos legales sean fáciles de entender por los ciudadanos.

Camacho explica que los documentos relacionados con transparencia y gobierno abierto, como ordenanzas y reglamentos, cada vez son más claros, aunque la mayoría de la ciudadanía reconoce tener problemas para entender el lenguaje de la administración.

Incultura, la más peligrosa

Los expertos consultados afirman unánimemente que la enemiga más poderosa de la transparencia “era y es la Incultura”, ya que afecta tanto a ciudadanos como autoridades y funcionarios; de hecho, es considerada como la “matriarca” de los supervillanos, y Camacho la señala como “la razón principal” para explicar las deficiencias en transparencia que se han visto durante los meses más duros de la pandemia de la covid-19.

Por suerte, existe un antídoto contra ella: la formación y la divulgación tanto a corto como a largo plazo. Los empleados y cargos públicos deben ser formados para que interioricen la obligación de dar información pública y permitir su acceso, mientras que para implantar la cultura de la transparencia en el futuro próximo, es preciso llevar su conocimiento a los colegios, institutos y facultades, con el objetivo de conseguir un cambio cultural desde edades tempranas.

Otra medida destacada, es saber reconocer estas limitaciones y obstáculos para denunciarlos e impedirlos. Sobre este aspecto, Melián considera que la Ley de transparencia debería establecer “una política clara” de infracciones y sanciones para las autoridades y empleados públicos que vulneren este derecho, así como establecer mecanismos de premio y reconocimiento por el cumplimiento de las normas y las buenas prácticas.

“Por qué no premiar con el reconocimiento público, o con otro tipo de facilidades o beneficios, a las autoridades y funcionarios cumplidores; un comportamiento ejemplar puede ser un autodiagnóstico en la verificación del cumplimiento de las obligaciones de publicidad activa, o la posibilidad de compensar sanciones”, afirma para Revista Haz.

La liga de la justicia protransparencia

Contra estos supervillanos existen también una serie de superpoderes que pueden combatirlos y neutralizarlos. Según señalan ambos expertos, la acción coordinada de los poderes públicos, académicos, sociedad civil y los profesionales en distintas materias es la mejor fórmula.

En este sentido, Camacho afirma que aunque estos supervillanos son poderosos, la sociedad civil también lo puede ser si “es exigente, constante y razonable cuando pide cuentas a los gestores públicos”, el problema es que los resultados de estas acciones solo se verán a largo plazo.

Por su parte, Melián indica que la ley por sí misma no impide que estos “comportamientos reprobables” se sigan reproduciendo, pues son fruto de cómo algunos responsables y representantes públicos han entendido el ejercicio del poder y su transformación requiere de exigencias “que van más allá de los textos legales”.

Por este motivo, un “superpoder” destacado por Camacho sería “la empatía” para saber ponerse en el lugar del ciudadano y comprender mejor sus necesidades: “Pensar qué puede interesarle y de qué manera puede explicarse el funcionamiento de la administración o el complicadísimo ejercicio del poder” ayudaría a quitar la idea de la sociedad de que los funcionarios no hacen nada y que cualquiera podría hacerlo mejor.

Melián coincide en este aspecto y señala que en el ámbito de la transparencia “es conveniente” utilizar mecanismos que permitan a los ciudadanos comprender todo aquello donde están implicados sus intereses tanto públicos como privados, y recomienda incidir en los mecanismos que resulten más efectivos “sin ningún tipo de complejo”, como utilizar el humor, la ironía y la información visual, pues pueden ser “elementos determinantes en una comunicación eficaz”, como ellos mismos han demostrado gracias a la serie de los supervillanos.

Comentarios