Los sonidos del silencio (II)

La primera entrega de este artículo sirvió para valorar la fortaleza institucional que ha demostrado el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG) tras los relevos en su cúpula, a partir de elementos como la hemeroteca. En esta segunda y última entrega hablaremos de otros silencios, más dañinos para la democracia, a partir de estadísticas, y sobre la necesidad de divulgar y comunicar la transparencia desde determinados puestos.

Primera entrega: Los sonidos del silencio


El silencio administrativo. ¿Cómo se vincula este escrutinio con la materia que estamos tratando? Observando la actuación de las administraciones públicas, y evaluando las resoluciones del órgano garante, las estadísticas y su nivel de cumplimiento.

Y aquí tendremos que hablar de otro tipo de silencios: el silencio negativo cuando se hacen solicitudes de acceso a la información, y el producido por el incumplimiento de las resoluciones de los organismos de control.

Estos silencios sí que hacen daño a la imagen de las instituciones y socavan la confianza de la ciudadanía en ellas. Auténticos supervillanos de la transparencia, como el Dr. Nimú que caracterizó Juan Carlos García Melián en la segunda entrega de la serie de los Supervillanos del Acceso a la Información Pública que elaboramos juntos.

Si analizamos someramente los datos de las reclamaciones relativas a la Administración General del Estado (AGE) que han sido resueltas en 2021 por el CTBG (un total de 910), tanto las que tuvieron entrada en 2020 y no hubo tiempo para resolver en el año anterior (268), como las de 2021 (642), encontramos que 378 de esas reclamaciones tienen como motivo el silencio administrativo. Y de ellas, 204 fueron estimadas total o parcialmente por el CTBG.

Casi cuatrocientas ocasiones en las que el ciudadano tuvo la callada por respuesta. Doscientas veces que merecía una respuesta que satisficiera su pregunta. Y casi otras tantas que igualmente merecía una respuesta de la Administración, aunque fuera desestimando, motivadamente, su petición.

Y después tenemos otro tipo de silencio, el que podríamos traducir en lenguaje coloquial con un ‘mira cómo te ignoro’. “Es un escándalo que no se cumplan las resoluciones firmes de Transparencia”, como declaraba Elisa de la Nuez en una entrevista. Efectivamente, solo cabe suscribir esas palabras.

Aquí no hablamos de falta de recursos para atender las solicitudes de acceso a la información (un clásico) o la existencia de otras prioridades laborales (motivo este más que discutible y sobre el que Miguel Ángel Blanes suele poner el acento en redes sociales).

Aquí se trata de que un organismo autónomo, al que se le ha dotado de una espada de madera para luchar contra la opacidad (como podríamos llamar metafóricamente al ‘daño reputacional’), resuelve con fundamentos jurídicos que una información debe ser entregada al solicitante, y la respuesta es una muestra de falta de respeto institucional: mira cómo te ignoro.

En años anteriores se trataba de llevar la razón interponiendo ‘con pólvora del rey’ (esto es, recursos públicos, expresión que tomo de De la Nuez) recursos contencioso-administrativos.

Ya ha decaído esa tendencia (de 42 a 17), puesto que dejarlo pasar, ante la falta de consecuencias, es una solución más económica y con un impacto reputacional aún menor: mejor que digan que no respondes, a que un juzgado corrobore, otra vez, que el CTBG tenía razón.

Un plan para acabar con el silencio

La Ley de Transparencia no establece entre las funciones del CTBG aspectos relacionados con la comunicación de una manera directa. Solo en el artículo 38 f) se le atribuye “promover actividades de formación y sensibilización para un mejor conocimiento de las materias reguladas por esta Ley”.

¿Puede caber en esa ‘sensibilización’ la presencia en medios? Hasta la llegada de José Luis Rodríguez Álvarez se interpretó que sí. Además de las incursiones blogueras de Arizmendi, tuvo una notable presencia en entrevistas en medios de comunicación, y más aún en eventos de todo tipo relacionados con la transparencia.

También compartían presencia en eventos públicos Amorós y Zambrano, e incluso Zambrano cogió el testigo de la firma en medios digitales a través de una colaboración en la página web de la Asociación de Periodistas de Investigación (API), donde escribía mensualmente un artículo de carácter divulgativo sobre aspectos doctrinales o resoluciones del propio CTBG.

En una onda más técnica que la empleada por Arizmendi en su tiempo, y en mi opinión de muchísimo valor para trasladar el significado de la transparencia, puesto que acercaba el contenido del derecho administrativo a un lenguaje más accesible, fundamental para que la ciudadanía conozca el derecho de acceso a la información y sus posibilidades.

Desde mi perspectiva, desde la que siempre defiendo la necesidad de comunicar la transparencia y hacerla entendible, estamos ante un importante déficit del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno.

Tras la llegada del nuevo presidente, esta actividad ha decaído notablemente. Solo hemos tenido la ocasión de ver a Rodríguez Álvarez en todo 2021 en eventos muy destacados (Semana de la Administración Abierta, Congreso Internacional de Transparencia, jornada en homenaje a Pepe Molina, la jornada sobre La Transparencia en la Gestión Informativa de la Covid-19 en Cantabria y el Encuentro de la Red de Transparencia y Acceso a la Información), y la presencia en medios es prácticamente nula: salvo error u omisión por mi parte, dos entrevistas, en la Revista Procuradores y en la Revista Cunal.

Ni que decir tiene que, desde mi perspectiva, desde la que siempre defiendo la necesidad de comunicar la transparencia y hacerla entendible, estamos ante un importante déficit del CTBG.

El Plan Estratégico 2022-2025 se refiere a cuestiones relacionadas con la divulgación de la transparencia, lo que es una buena noticia. Pero cabe preguntarse si es suficiente.

El Objetivo Estratégico Vertical 5 (OEV.5) es “impulsar la cultura de la transparencia”, en el Eje Impulso, sobre el que recae la función divulgativa del CTBG y sus relaciones con la ciudadanía en este Plan. El OEV 5 se divide a su vez en dos apartados:

  • 1: Establecer foros estables de impulso y difusión de la transparencia, con las siguientes medidas:
    • Establecimiento de un grupo de trabajo interno para la organización, dirección y moderación de los eventos.
    • Reanudación de los coloquios de transparencia.
    • Establecimiento de un seminario integrado por académicos con contenidos monográficos vinculados a la cultura de la transparencia.
    • Establecimiento de un Foro DAIP (Derecho de Acceso a la Información Pública) de carácter multiprofesional
    • Participación en actividades de difusión y sensibilización promovidas por UP (Unión Profesional, con la que tiene convenio el CTBG) en diversos formatos (talleres, sesiones informativas, debates, coloquios. etc.).

Estas acciones, de indudable valor técnico y doctrinal, se realizarían en cada caso al menos una o dos veces por año. No parece una actividad frenética, pero se puede entender que de esta manera se asegura su cumplimiento con los recursos disponibles, una carencia que viene arrastrando el CTBG desde hace años.

Ese ‘al menos’ deja la puerta abierta a que se produzcan más. Veremos cómo se desarrolla en los próximos años para evaluar su suficiencia. Lo que no parece recogido en las actividades dirigidas a la ciudadanía desde el propio CTBG. Se contempla la participación en eventos con Unión Profesional. Son eventos de gran calidad técnica, pero no muy cercana a la ciudadanía.

  • 2: Publicar un boletín o newsletter periódico.

Este boletín incluiría las resoluciones adoptadas por los órganos garantes de la transparencia y el DAIP de ámbito autonómico o internacional y las publicaciones o bibliografía de interés.

Parece claro que el target de este boletín no es la ciudadanía. Será difícil enamorar al ciudadano medio a base de resoluciones, criterios interpretativos, jurisprudencia y referencias bibliográficas… salvo que estén comentadas en lenguaje claro.

En la misma línea, se prevé que haya ‘al menos’ uno por semestre, lo que a priori es una aspiración realmente baja, y se esperan 200 suscriptores al mismo el primer año.

Por el tipo de institución de que se trata, creo poder apostar sin miedo a equivocarme que esa cifra se superará tan pronto como se abra al público. Solo con el ‘ecosistema’ de la transparencia nacional el objetivo estará cumplido.

Pero más allá de ese indicador, algo secundario en este momento, lo importante de este boletín será su contenido y periodicidad. Volvemos a la carencia de recursos como posible explicación de un objetivo poco ambicioso (dos boletines al año). Hasta en un contexto de escasez, y dada la temática, podría ampliarse sin mucho vértigo ‘al menos’ a una publicación trimestral.

Y respecto al contenido, parece claro que el target de este boletín no es la ciudadanía. Será difícil enamorar al ciudadano medio a base de resoluciones, criterios interpretativos, jurisprudencia y referencias bibliográficas… salvo que estén comentadas en lenguaje claro.

En ese caso, todo mi apoyo. Todos los esfuerzos son pocos en este campo, y cada uno de los esfuerzos empleados conlleva tiempo y recursos.

Retomar una senda que hay que volver a pisar

Para completar estas previsibles carencias (distribuir un producto para especialistas, la aridez del lenguaje administrativo y jurídico) hay soluciones relacionadas con la comunicación. Y no son cuestiones inalcanzables, todas las propuestas pasan por recuperar lo que ya se hacía.

La primera, recuperar la actividad en redes sociales, muy abandonadas en los últimos meses, y que apenas son un mero tablón de anuncios de las publicaciones de las resoluciones.

En este sentido, ejemplos como el Consejo de Transparencia de Chile (@ctransparencia en Twitter) o el Instituto Nacional de Acceso a la Información de México (@INAImexico) son excelentes ejemplos en el caso de organismos de la misma naturaleza que el CTBG.

Si queremos mirar más cerca, también nos podemos referir a organismos ‘hermanos’, como el Comisionado de Transparencia de Canarias, que ya trajimos en otra ocasión a esta revista, como ejemplo de compromiso con la comunicación multicanal, también en redes sociales (@ComisionadoTC y @TransparenteCAN).

O el Consejo de Transparencia y Protección de Datos de Andalucía (@ctpdandalucia), en distintas formas y fases, se ha esforzado en esta cuestión. Ahora está centrado en la divulgación sobre protección de datos con vídeos cortos explicando este derecho. O la Comisión de Garantía del Derecho de Acceso a la Información Pública de Cataluña, muy limitada a compartir resoluciones propias, pero constante en el empeño.

Todas las propuestas pasan por recuperar lo que ya se hacía, como la actividad en redes sociales, muy abandonadas en los últimos meses, y que apenas son un mero tablón de anuncios de las publicaciones de las resoluciones.

La segunda, recuperar al menos la cadencia de publicaciones en la propia web del CTBG en su apartado de actualidad, que ha decaído notablemente, tanto en número de publicaciones como en visibilidad de los contenidos, que se han limitado a una serie de titulares a los que se accede después de tres clics, poco accesible solo para ver un listado de noticias. Podría mejorarse lo que ya existía, pero a día de hoy empecemos por recuperarlo.

La tercera, recuperar espacios divulgativos en medios digitales, ya sea prensa o webs especializadas, en las que se pueda acercar la transparencia a la sociedad, como lo fue el blog de Arizmendi en El Huffington Post o el espacio de Zambrano en API. De nuevo, los ejemplos latinoamericanos son una magnífica referencia, en especial en mi opinión el Consejo chileno.

La cuarta, recuperar la presencia de la presidencia del CTBG en los medios de comunicación. Arizmendi concedió muchas entrevistas en diversidad de espacios, para llegar a cuantas más personas mejor.

Este formato humaniza y acerca la institución a la ciudadanía, y favorece que se conozca el derecho a saber y, en consecuencia, se ejerza.

Además, es un formato no académico y no necesariamente técnico, que complementa la oferta prevista por el CTBG en su plan estratégico. Es necesario hablar de transparencia para todos los públicos. Efectivamente, quienes habiten por Twitter lo han acertado: Chile nos llama de nuevo.

No me cabe duda de la capacidad y el talento que tiene el CTBG para abordar estas tareas. Y para las dos últimas en concreto, en la Revista Haz estaríamos encantados de darles la palabra o de hacerles una entrevista, por este que firma o por cualquier otro miembro de la redacción. La puerta está abierta y la mano, tendida.


And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more.
People talking without speaking
People hearing without listening
People writing songs
That voices never share
And no one dare
Disturb the sound of silence

‘The Sound of Silence’. Simon & Garfunkel (1964)

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