Transparencia y gasto público: ¿Por qué los ciudadanos no entienden dónde va su dinero?
El llamado ‘Estado del Bienestar’ debe financiarse por los propios beneficiarios de sus servicios, ya que no son gratis, aunque pueda parecerlo porque no se pagan cuando son utilizados. No obstante, cada ciudadano contribuye a su mantenimiento mediante el pago de los impuestos que le corresponde por sus ingresos, para costear educación, sanidad, transportes, seguridad o infraestructuras públicas.
Sin embargo, una vez que la administración recauda esos ingresos, cabe preguntar por la rendición de cuentas sobre la gestión de los prepuestos del Estado, facilitando información suficiente y necesaria para que cualquier ciudadano pueda entender cómo se administra su dinero y a qué se destina exactamente.
En otros países esta cuestión se ha resuelto con la iniciativa de la sociedad civil, como es el caso de la web Where Your Money Goes (¿Dónde va tu dinero?), que explica de manera gráfica y sencilla cómo el gobierno de Irlanda asigna el gasto público. Los datos de esta web son mostrados de manera gráfica, sencilla e interactiva para que los usuarios puedan examinar cómo ha sido el gasto del Estado irlandés durante los últimos diez años.
Otro ejemplo interesante es la app Where Does My Money Go? (¿Dónde va mi dinero?) que visualiza de manera similar a la anterior la gestión del gasto público que hace el Gobierno británico. El objetivo de ambas iniciativas es promover y fomentar la transparencia de los fondos públicos, de manera que los ciudadanos entiendan para qué pagan sus impuestos.
En España existe también una herramienta parecida, inspirada en los ejemplos anteriores, que se llama ¿Dónde van mis impuestos? creada por David Cabo (@dcabo), fundador de Fundación Civio. Revista Haz ha hablado con él para saber cómo los ciudadanos españoles pueden comprender mejor qué hace la Administración pública con su dinero una vez que se lo ha dado a Hacienda.
¿Por qué hay que pagar impuestos?
El objetivo de ¿Dónde van mis impuestos?, además de aportar claridad sobre la información de los presupuestos generales del Estado, es impulsar un discurso “más constructivo” sobre los impuestos que se deben pagar y explicar “por qué son necesarios” para la sociedad en general.
Sobre este aspecto, Cabo explica que tratan de ir más allá de comprobar si hay corrupción o de destapar “lo malo” dentro de los presupuestos, ya que consideran que es más importante estar “vigilantes” y analizar si los gastos se ejecutan bien, o que las prioridades que se anuncian a principio de año, concuerdan con las ejecuciones al cierre del ejercicio.
“Hay que tener debate sobre a qué se destina cada cosa, pero realmente se trata de mostrar y explicar por qué necesitamos los impuestos, y a partir de ahí, tener una discusión política acerca de dónde y cómo recaudar”.
Aunque la Administración General del Estado -AGE- ha hecho esfuerzos por publicar más y mejor información dentro del Portal de Transparencia, la cantidad de datos y los formatos que utilizan, no son los más adecuados para que un ciudadano medio, sin conocimientos contables o económicos, entienda claramente cómo se financia el Estado o si las cantidades de dinero que se destinan a las diferentes áreas significan mucho o poco.
En los presupuestos generales del Estado se puede ver quién gasta, qué y el tipo de gasto, pero falta la “visión funcional”, el para qué o a qué está destinando el dinero, según David Cabo (Fundación Civio).
“Sí, hay mucha información, pero está pensada para gente muy entendida en el tema, porque son cosas muy densas”, afirma Cabo. Sin la explicación visual y gráfica de la plataforma de Civio, comprender cómo se distribuye el gasto público de los presupuestos generales sería “imposible”.
Según Cabo, faltaría la parte que ellos llaman “un presupuesto ciudadano”, que consistiría en una información desgranada y explicada de manera sencilla y clara, ya que “una tabla con números” carente de contexto o indicadores con los que compararlos, impide que la persona asimile dichos números.
Actualmente, en la Ley de Presupuestos Generales para 2022, se puede ver quién gasta, qué gasta y el tipo de gasto (salarios, alquileres, suministros, etc.), pero falta la “visión funcional”, esa que cuenta “para qué” o a qué están dedicando determinada cantidad de dinero: “Es muy difícil que un ciudadano entienda algo en la ley de presupuestos, porque son cientos y cientos de páginas solo con números y sin contexto o referencias que no sabes realmente cómo encajarlos”.
El caos de las partidas
Además de la cantidad de información y que carece de contexto o explicación, tal y como está organizada resulta inviable hacer un seguimiento de la ejecución del presupuesto aprobado.
En la plataforma ¿Dónde van mis impuestos? trabajan Cabo y otra persona, que la actualizan cuando el Ministerio de Hacienda publica una vez al año los nuevos presupuestos del Estado. Entonces, se dedican a resolver el “puzzle” de datos e información que vomitan las partidas y, aunque les gustaría publicar también el detalle de la ejecución del presupuesto, actualmente resulta “imposible”.
“No se puede hacer porque la información de ejecución no tiene el mismo nivel de detalle, ni está ordenada de la misma manera que la información de los presupuestos, por lo que no se puede realizar el seguimiento exacto de cómo se ejecuta lo que han dicho que van a hacer”, señala Cabo.
Desde Civio se han ofrecido a colaborar gratuitamente con la Administración pública para mejorar la publicación de esta información y, de hecho, Cabo afirma que tuvieron varias reuniones con el Ministerio de Política Territorial y Función Pública, pero finalmente no se concretó nada y otras instituciones, como el Ministerio de Hacienda, tampoco ha mostrado interés por la propuesta de la fundación de Cabo: “Llevamos diez años haciendo esta web, que además la conoce mucha gente, pero es imposible hablar con alguien de Hacienda para que la adopten”.
La razón de esta hermeticidad por parte de los ministerios se desconoce, pero Cabo apunta a la falta de costumbre de transparencia y a la falta de incentivos dentro de la Función pública para mejorar: “No hay una motivación clara para hacerlo bien y abrirse a que puedan vigilarse las ejecuciones del presupuesto”.
Además, existe otro tipo de información que también resulta un “horror” para ser transparentada y accesible, como es el caso de la contratación pública. En este sentido, Cabo explica que se encuentran con la problemática de la desorganización de los datos y la falta de detalles, y cuando solicitan información a las diferentes instituciones para intentar ordenar el caos, la Administración general culpa a los organismos de otros niveles y al final se quedan sin acceso a la información.
Sobre este aspecto, Cabo señala que la AGE es “un monolito muy reacio a hablar, a colaborar y a todo” y, aunque Hacienda tenga derecho a cobrar impuestos a los ciudadanos, debería esforzarse un “poquito más en explicarse”, trabajando por “convencer” y comunicarse con el ciudadano y la sociedad en general.
A diferencia de la Administración central, algunas comunidades, como Euskadi, Navarra, Castilla La Mancha, Madrid o Barcelona, han avanzado en los niveles de transparencia sobre sus presupuestos.
Cuando quieren, lo hacen bien
Las instituciones públicas son las principales beneficiarias de que el ciudadano comprenda y entienda bien cómo funciona la gestión del gasto público. Sin embargo, esta idea parece que no es percibida de la misma manera por todas las administraciones.
A nivel estatal, la publicación de los presupuestos generales “no ha mejorado” mucho durante los diez años que lleva en marcha la plataforma ¿Dónde van mis impuestos?, mientras que las web de Euskadi, Navarra, Castilla-La Mancha, Madrid, Barcelona o Torrelodones (Madrid), entre otras, sí han avanzado en sus niveles de transparencia sobre este tipo de información. Cabo explica que algunas comunidades y municipios “sí se toman muy en serio” la publicación de sus presupuestos, viéndolo “como una oportunidad de comunicación” con la ciudadanía.
En Civio han llegado a gestionar hasta cuarenta webs de este tipo y, cada vez que hacían una nueva, sugerían a la entidad nuevas funciones para “subir el listón”. En este sentido, Cabo explica que, si una comunidad publicaba los presupuestos, a la siguiente le proponían que acompañara la ejecución a final de año, o a otra le planteaban publicar la ejecución trimestralmente, de manera que resultó “como una carrera entre las administraciones de intentar hacerlo mejor”.
Cabe destacar que, además, las propias administraciones han ido incorporando más información y secciones especiales, como Torrelodones que comenzó a publicar todas sus facturas, o el ayuntamiento de Madrid que publica la ejecución mensualmente y tiene un apartado dedicado a las inversiones más relevantes detallando su evolución.
Desde Civio señalan que ¿Dónde van mis impuestos? es una pieza dentro de una visión más global de la sociedad civil que debe exigir más rendición de cuentas a la Administración pública, no solo sobre los presupuestos, sino también de otras áreas, y más rigor en la información publicada, así como más transparencia en los procedimientos, como la negociación de los propios presupuestos o de las leyes.