¿Por qué es importante que los ciudadanos sepan cómo se gestiona el gasto militar?
Cuando Rusia invadió Ucrania a finales de febrero en 2022, los países europeos vieron con preocupación cómo el periodo de paz más largo en el continente se veía amenazado por un nuevo conflicto tras el fin de la II Guerra Mundial.
Esta preocupación, junto con el recrudecimiento del conflicto entre Israel y Gaza, ha llevado a diferentes países miembros de la Unión Europea a plantearse establecer el servicio militar obligatorio -la llamada mili- para reforzar los ejércitos nacionales, ya que las fuerzas armadas profesionales resultarían insuficientes ante una invasión como la sufrida por el pueblo ucraniano.
Países como Alemania y Francia están estudiando esta posibilidad y la viabilidad de reintroducir el servicio militar de manera obligatoria; en Grecia, Austria, o Estonia se ha mantenido, mientras que países de la frontera oriental como Letonia y Lituania han vuelto a instaurar la mili como consecuencia de las hostilidades rusas.
Aunque en España, la ministra de Defensa Margarita Robles afirmó que “no va a haber servicio militar”, desde 2014 el presupuesto en defensa se ha incrementado, siendo actualmente la sexta partida de mayor gasto de los presupuestos generales del Estado, por debajo del desempleo y por encima de infraestructuras, seguridad ciudadana e investigación.
Sin embargo, la información de este sector suele ser una a la que más cuesta acceder por parte de los ciudadanos, ya que afecta a importantes limitaciones como la seguridad nacional o los secretos de Estado.
Sobre este aspecto, cabe recordar que el Ministerio de Defensa fue una de las instituciones que llevó al Consejo de Transparencia y Buen Gobierno hasta el Tribunal Supremo por un conflicto para acceder a la información pública sobre los pasajeros y acompañantes de la flota del Grupo 45 de las Fuerzas Aéreas Españolas [vid. ¿Quién lleva la transparencia a los tribunales?].
No obstante, aunque la información es gestionada por el Ministerio de Defensa, el responsable de permitir el acceso o no a la información es en última instancia el ministro.
La información sobre el gasto en defensa es una a las que más cuesta acceder por parte de los ciudadanos, ya que afecta a importantes limitaciones como la seguridad nacional o los secretos de Estado.
En un contexto donde las amenazas sobre un posible conflicto en Europa cada vez son más alarmantes y los ciudadanos son más críticos con la gestión de los recursos públicos, cabe preguntarse por las reticencias de los gobiernos a facilitar más información sobre la seguridad y defensa del Estado.
Revista Haz habla con José Ignacio Unibaso, secretario general de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME), que también forma parte de la organización europea de sindicatos y asociaciones militares (Euromil), para conocer con más detalle cuál es la situación de las Fuerzas Armadas españolas y cómo se beneficiarían de una mayor transparencia en su sector.
¿Cómo se invierte el presupuesto de defensa?
Uno de los aspectos más controvertidos de no facilitar información pública sobre el presupuesto de defensa de manera proactiva es que la percepción sobre la necesidad de la defensa y seguridad no sea una prioridad en tiempos de paz.
Según explica Unibaso, el compromiso del Gobierno en el presupuesto de defensa es alcanzar el 2% del PIB, lo que permite que crezca cada año, pero considera que esta inversión no tiene en cuenta el activo principal de las Fuerzas Armadas: “Los miles de hombres y mujeres que las componen y que ven cómo estos incrementos presupuestarios olvidan año tras año la tan necesaria y demandada mejora retributiva”.
El secretario general de AUME señala que los trabajadores públicos de las Fuerzas Armadas son los “peor retribuidos” de la Administración española y, además, son los que carecen de más derechos, ya que, según explica, sus jornadas de trabajo pueden extenderse de manera interminable a coste cero.
Si bien áreas como sanidad y educación son las prioridades de los Estados más desarrollados, desde AUME recuerdan que “a las puertas de Europa estamos viviendo guerras que se podrían extender y hoy en día las amenazas son globales”.
Además, no se debe olvidar que una de las estrategias utilizadas en los conflictos es la desinformación con el fin de desestabilizar a las sociedades. Ante esta situación Unibaso afirma que “la información ha de ser fluida, ágil y veraz, ya que de lo contrario seguirán existiendo recelos por parte de la sociedad ante algo tan fundamental como es la defensa de un Estado”.
La falta de información a veces desemboca en situaciones paradójicas como sucede actualmente en España, donde las encuestas realizadas por Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) muestran que una de las instituciones mejor valoradas son las Fuerzas Armadas junto con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero al preguntar por la posibilidad de aumentar el presupuesto de defensa, las respuestas mayoritarias son contrarias.
En este sentido, Unibaso recuerda que “para seguir manteniendo la paz es necesario invertir en defensa”.
”La información debe ser fluida, ágil y veraz, de lo contrario seguirán existiendo recelos de la sociedad ante algo tan fundamental como es la defensa de un Estado”, José Ignacio Unibaso (AUME).
Normalizar la transparencia
La información pública a la que se puede acceder sobre defensa es principalmente administrativa, ya que de otra índole puede ser perjudicial para la seguridad nacional. No obstante, una mayor apertura de su información pública podría mejorar la opinión pública de las Fuerzas Armadas y sus miembros, permitiendo desmotar estereotipos negativos.
Según explica Unibaso, se debería suministrar a la ciudadanía toda aquella información que no esté calificada como reservada o que pueda poner en riesgo al país. Algunos ejemplos de esta información serían los efectivos totales con los que cuenta el Estado, los programas de armamento -que suelen ser muy opacos-, y los distintos proyectos que afecten al personal de las Fuerzas Armadas, como son las nuevas unidades o bases.
Este último tipo de información, además, resulta “fundamental” para el propio personal militar, afirma Unibaso, ya que es la que les permite hacer sus propias previsiones familiares, pero no siempre les es accesible.
Con respecto a la información clasificada, este experto también señala que sería interesante que estuviera controlada por un órgano legislativo independiente como una Comisión de Secretos Oficiales o una entidad similar. Este tipo de órgano supondría una mayor independencia a la hora de determinar la clasificación de la información reservada y limitaría la discrecionalidad del Gobierno.
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Cómo afecta la opacidad a la seguridad nacional y europea
Aunque en España las Fuerzas Armadas gozan de cierto prestigio y reconocimiento social, desde la organización europea Euromil llegan ecos de que los gobiernos son bastante reticentes a la hora de dar información sobre sus áreas de defensa.
En las jornadas Cómo influirán las elecciones europeas en la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), celebradas recientemente en Bruselas, diferentes miembros de la organización europea expusieron los problemas de reclutamiento y retención del talento que sufren las Fuerzas Armadas de los Estados de la Unión. Aunque el principal motivo de estos problemas está en la retribución salarial, el segundo factor de desánimo entre los miembros del ejército es la falta de reconocimiento social a su labor.
Sobre este aspecto, Unibaso cree que los asuntos de defensa pueden generar malestar social y es muy frecuente que se oculte información. En el caso de esta asociación, cuando han solicitado información al Ministerio sobre las condiciones sociales y laborales de los militares, en diversas ocasiones han tenido que recurrir a la Ley de transparencia ante la negativa a proporcionar dicha información.
Desde AUME recuerdan que ellos son representantes legítimos de los trabajadores militares, y por tanto debería existir un diálogo permanente y fluido con la dirección ministerial, pero “desgraciadamente no es así”.
Por otra parte, cabe señalar que los miembros de las Fuerzas Armadas son ciudadanos que forman parte de su sociedad y como indica Unibaso son “gente corriente, como el vecino del piso de arriba o el sobrino de un amigo”, que han decidido trabajar sirviendo a los demás, pero existe poca cultura de defensa más allá de los momentos memorables y bonitos como los desfiles del Día de las Fuerzas Armadas o de la Fiesta Nacional, según explica.
El secretario general de AUME afirma que se debería centrar más la atención en dar a conocer a “los magníficos profesionales” que se encargan de la paz y seguridad mundial haciendo más visible sus condiciones de vida, sus riesgos, sus trabajos fuera de las fronteras nacionales, etc. “En definitiva, se debería conocer mejor a los hombres y mujeres que tienen el compromiso de dar su vida para garantizar la de sus conciudadanos”, concluye Unibaso.